• 8 years ago
Empezamos bien. Como un RPG en tercera persona, Vampire: The Masquerade – Bloodlines dividió a los críticos y los fans cuando fue lanzado. El gameplay era bastante rígido, y le costaba acercarse a la idea que sus desarrolladores tenían de un juego de acción en primera persona de respuesta inmediata y una mecánica de combate brutal. Aún así, la historia y los personajes fueron muy acertados y aunque técnicamente hay elementos que han envejecido, el argumento no lo ha hecho.
La historia transpire en la experiencia total de Bloodlines. Desde el principio puedes escoger construir tu propio personaje o tener a uno creado para ti simplemente respondiendo una serie de preguntas adecuadas. Eso permite al juego determinar tus estados iniciales y decidir los poderes de tu personaje.
También hay siete clanes diferentes con los que te puedes asocias. Desde el del deformado Nosferatu hasta el artistócrata Venture, el clan que escojas te dará ciertas ventajas y deseventajas. Por ejemplo, si te unes a Nosferatu, con su rostro desfigurado, tendrás que esconderte de los humanos, pero ganas muchos puntos en inteligencia.
Desde ahí depende enteramente de ti encontrar la Aventura que te planteen los diferentes vampiros que te vayas encontrando, lo que te llevará a la batalla contra mortals y otros vampiros a medida que vayas descubriendo más de esta magnífica historia.
Los problemas técnios de Vampire: The Masquerade – Bloodlines han sido ampliamente documentados y comentados, pero eso nunca fue el asunto. Lo importante de este juego siempre ha sido el argumento y los diálogos, y los dos siguen tan afilados como siempre, hacienda de este título uno de los indispensables para cualquier amante de las historias de vampiros.

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