• hace 7 años
Debe ser difícil enfrentarse a la extinción. A la posibilidad de desaparecer paulatinamente del mapa después de años, siglos, de continua existencia. Pero aún más grave y angustiante que eso, es no hacer nada, absolutamente nada, por frenar aquello que parece inevitable.

Eso lo sabe bien el alcalde de Gangi, un pequeño pueblo del sur de Italia, que ha puesto en marcha una curiosa estrategia para no convertirse en una villa fantasma: regalar casas con el fin de evitar su dolorosa desaparición. ¿Lo logrará?

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