• hace 7 años
El de la integración del extranjero parece uno de esos problemas cuyas soluciones nunca acaban de dejar contento a nadie. Y sin embargo Holanda parece haber encontrado la fórmula de un relativo éxito. ¿En qué consiste? La respuesta está en el día a día de los refugiados en Ámsterdam: un cóctel de buena voluntad, de ganas de compartir, de pequeñas o grandes renuncias, de diarios ejercicios de tolerancia. Nunca es fácil, pero si hay algo que está claro, es que a ser holandés también se aprende.

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