Es otro de los efectos de la crisis económica. Hay que ahorrar donde se pueda, incluso en la comida. Parados e inmigrantes acuden durante horas con sus cañas a la costa para hacerse con su propio pescado y así llevarle algo de comer a sus familias. Una forma, en cierto modo, de volver al pasado que de paso ahorra un buen puñado de euros. Hasta tres veces por semana van a probar suerte algunos de estos nuevos pescadores, y de momento la tienen.
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