El Clan de los Romanones actuaba como una secta. Cumplía con muchas de sus características. La primera: tener un líder o grupo de líderes, en este caso el padre Román, de ahí el nombre del grupo. La segunda: captar y aislar a los posibles seguidores. Es lo que supuestamente hicieron con el joven que ha destapado el caso. Lo relataba en su carta al papa: "empecé a visitar con frecuencia la casa parroquial. Allí pasaba fines de semana completos: estudiaba, estaba con ellos... Esto me supuso constantes discusiones con mis padres, que no entendían porqué pasaba tanto tiempo en la parroquia". Y una vez captados eliminaban por completo su derecho a la intimidad, primer paso para cometer los abusos sexuales: "Jamás tuve cama propia en la casa parroquial, tenía que dormir en su cama a diario (...) Las prácticas sexuales más frecuentes iban desde masajes a masturbaciones y besos en la boca". Es lo mismo que le ocurrió a otro joven que siendo menor dejó la casa de sus padres para vivir a la casa parroquial, donde sufrió abusos desde el primer día. Otra carácterística del clan que se asemeja a cualquier secta es la búsqueda de una fuente de financiación importante. En este caso fue la herencia de una anciana millonaria de Órgiva, en Granada. Con ella, según su familia actuaron de la misma manera. Están convencidos de que le lavaron el cerebro a la anciana hasta que les dejó toda su herencia. Varios millones de euros y propiedades donde se reunián para cometer supuestamente los abusos.
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