Amanda pudo escuchar cómo se deslizaba este gigantesco bloque de hielo desde el tejado de su casa hasta su coche, aparcado enfrente. Pero no hubo tiempo para reaccionar. La enorme placa helada aplastó el vehículo de Amanda como si fuera de papel. Menos mal que todo ha quedado en un susto. Dos días después, el coche de Amanda sigue aparcado en el mismo sitio a la espera de la grúa. El pedazo de hielo tiene asombrados a los vecinos de este pequeño barrio de Connecticut, que agradecen que el bloque cayese con el coche vacío.
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