Madrid, 20 nov (EFE).- Ganadora de ocho premios Goya y autora de un cine romántico y cosmopolita, Isabel Coixet aúna dos de sus mayores pasiones, las historias de amor y la gastronomía, en su primera serie de televisión, "Foodie Love", una comedia romántica de ocho episodios que aterrizará en HBO el próximo 4 de diciembre.
La española Laia Costa y el argentino Guillermo Pfenning son los protagonistas de una trama con la que su autora buscaba desmontar prototipos y embarcar al espectador en un viaje sensual y de evasión, según ha explicado hoy a Efe. "Estoy harta de la realidad, la realidad está tan presente que no hace falta contarla, al menos a mi no", asegura.
El viaje arranca a partir de una cita concertada a través de una aplicación para encontrar pareja entre amantes de la gastronomía, una idea que Coixet tuvo a raíz de observar a una chica que cada día quedaba con un hombre diferente en una cafetería de Brooklyn a la que la directora acudía a diario a escribir.
"Las aplicaciones tienen cosas buenas, hay una primera barrera que ya está franqueada porque sabes cuál es el objetivo", dice Coixet, "pero cuando enlazas una cita tras otra, esa sensación de facilidad de disponer de otro, igual hace que te dejes a alguien en el camino que podría haberte dado algo si le hubieses dado tiempo".
Cada episodio de "Foodie Love" es un encuentro de la misma pareja en un café, bar, restaurante de lujo o coctelería secreta. Los personajes se acercan y se alejan en un vaivén de seducción, risas, dudas y miedos ocultos.
"Me gustaba la idea de desmontar el prototipo de argentino creído y esa cosa de pensar que has metido la pata constantemente que a mi me pasa mucho, mientras que ella va de provocadora y tiene cosas más arquetípicamente masculinas, quería jugar con eso", señala.
La serie, que cuenta entre sus secundarios con una apoteósica Yolanda Ramos, funciona también como una guía de lugares a descubrir, ya que prácticamente todos los que aparecen y los platos son pasiones personales de la directora de "Mi vida sin mi".
"Si me invitas a comer a casa y hay poca comida y no está buena... mal. Invitar a alguien es algo ancestral, que tenemos muy metido en la cultura general. Si te comes unas anchoas del Día y te parecen bien... no sé, igual es que no has probado las buenas", opina.
Los actores confiesan compartir esa pasión por la comida con Coixet, requisito casi imprescindible para rodar una serie en la que toma tras toma, comen de verdad.
"Comemos de verdad y engordamos de verdad, de episodio en episodio", asegura Costa, "y luego encima el cáterin estaba muy rico, te pasabas el día rodando comiendo ramen y luego te daban a probar un pastel del cáterin y estaba tan bueno que pedías tres".
"Lo bueno es que eso le daba naturalidad y dinamismo a las escenas, el hecho de comer de verdad -apunta Pfening-, nos ayudaba porque con la acción física el texto sale de otra manera y teníamos bastante libertad".
Para Costa, que vive en Miami y está acostumbrada
La española Laia Costa y el argentino Guillermo Pfenning son los protagonistas de una trama con la que su autora buscaba desmontar prototipos y embarcar al espectador en un viaje sensual y de evasión, según ha explicado hoy a Efe. "Estoy harta de la realidad, la realidad está tan presente que no hace falta contarla, al menos a mi no", asegura.
El viaje arranca a partir de una cita concertada a través de una aplicación para encontrar pareja entre amantes de la gastronomía, una idea que Coixet tuvo a raíz de observar a una chica que cada día quedaba con un hombre diferente en una cafetería de Brooklyn a la que la directora acudía a diario a escribir.
"Las aplicaciones tienen cosas buenas, hay una primera barrera que ya está franqueada porque sabes cuál es el objetivo", dice Coixet, "pero cuando enlazas una cita tras otra, esa sensación de facilidad de disponer de otro, igual hace que te dejes a alguien en el camino que podría haberte dado algo si le hubieses dado tiempo".
Cada episodio de "Foodie Love" es un encuentro de la misma pareja en un café, bar, restaurante de lujo o coctelería secreta. Los personajes se acercan y se alejan en un vaivén de seducción, risas, dudas y miedos ocultos.
"Me gustaba la idea de desmontar el prototipo de argentino creído y esa cosa de pensar que has metido la pata constantemente que a mi me pasa mucho, mientras que ella va de provocadora y tiene cosas más arquetípicamente masculinas, quería jugar con eso", señala.
La serie, que cuenta entre sus secundarios con una apoteósica Yolanda Ramos, funciona también como una guía de lugares a descubrir, ya que prácticamente todos los que aparecen y los platos son pasiones personales de la directora de "Mi vida sin mi".
"Si me invitas a comer a casa y hay poca comida y no está buena... mal. Invitar a alguien es algo ancestral, que tenemos muy metido en la cultura general. Si te comes unas anchoas del Día y te parecen bien... no sé, igual es que no has probado las buenas", opina.
Los actores confiesan compartir esa pasión por la comida con Coixet, requisito casi imprescindible para rodar una serie en la que toma tras toma, comen de verdad.
"Comemos de verdad y engordamos de verdad, de episodio en episodio", asegura Costa, "y luego encima el cáterin estaba muy rico, te pasabas el día rodando comiendo ramen y luego te daban a probar un pastel del cáterin y estaba tan bueno que pedías tres".
"Lo bueno es que eso le daba naturalidad y dinamismo a las escenas, el hecho de comer de verdad -apunta Pfening-, nos ayudaba porque con la acción física el texto sale de otra manera y teníamos bastante libertad".
Para Costa, que vive en Miami y está acostumbrada
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