Pau o Paz. Margarita o Daisy. José o Pepe. En España el nombre de sus hijos lo deciden los padres. O eso creemos porque, en ocasiones, es el Estado, a través de las leyes, el que pone límites a los nombres que se pueden o no poner a sus descendientes chocando con el deseo de sus progenitores que, seamos sinceros, no siempre eligen nombres acertados.
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