60 años de tradición está cumpliendo la agrupación Los Tucusitos, que fue declarado patrimonio cultural el año pasado. El 4 de noviembre de 1959 sonaron por primera vez las gargantas de más de 20 niños con temas navideños.
Freddy Suárez, su actual director, dijo que para esta agrupación, englobada en la Fundación Los Tucusitos Moisés Peña, presidida por Carmen Rodríguez, es un orgullo haberse convertido "en una tradición de la Navidad venezolana”. “Cuando comienzan a sonarse nuestros temas es sinónimo de que llegó la época más bonita del año", señaló.
Los Tucusitos comenzaron cuando Peña tuvo la idea de formar una coral para cantar en las iglesias del sector Lídice. Nació en el seno de un colegio y, gracias al carisma de sus niños para interpretar aguinaldos y villancicos, rápidamente fueron contratados por las iglesias de los alrededores para animar, principalmente, las misas de aguinaldos.
Con el paso del tiempo, la agrupación fue extendiendo su radio de acción, gracias al triunfo en un concurso de agrupaciones, de donde salió el nombre de la agrupación. "Se lo debemos al tema "Tucusito, tucusito", uno de nuestros clásicos. Competimos con más de 30 grupos y la gente quedó maravillada por el trabajo que hicimos. Lo demás ha sido historia".
Por el tiempo que ha pasado no hay fundadores en sus filas. Sin embargo, los adultos, quienes son los instrumentistas que acompañan a los 62 niños que actualmente conforman la agrupación, tienen larga data en ella.
Suárez explicó que para ser un "Tucusito" solo se debe tener algo de facilidad para el canto y una edad comprendida entre 5 y 15 años. "Aquí nosotros les damos clases de canto, de coreografía. Pero a los 15 años ya deben irse, para darle paso a nuevos integrantes. Muchos no quieren irse, porque les gusta el canto, el ambiente y, sobre todo, porque somos una gran familia. Así que tenemos casos de exintegrantes, quienes quedan como colaboradores, ayudándonos en las clases, los viajes, la logística".
No les cobran a los niños que quieren entrar. Ni inscripción ni mensualidades durante su permanencia. "No dependemos de ningún organismo del Estado tampoco. Funcionamos con el aporte que mi esposa y yo damos con nuestro ejercicio laboral (son abogados) y con las donaciones que nos hacen llegar. Tampoco se exige ningún tipo de matrícula ni nada parecido. Los niños que comienzan y no siguen, muchas veces, no lo hacen por la inconsistencia de sus padres. No los traen como deberían, no los ayudan a ensayar en casa. Lo único que les exigimos es disciplina. Sin ella, nada puede lograrse".
Freddy Suárez, su actual director, dijo que para esta agrupación, englobada en la Fundación Los Tucusitos Moisés Peña, presidida por Carmen Rodríguez, es un orgullo haberse convertido "en una tradición de la Navidad venezolana”. “Cuando comienzan a sonarse nuestros temas es sinónimo de que llegó la época más bonita del año", señaló.
Los Tucusitos comenzaron cuando Peña tuvo la idea de formar una coral para cantar en las iglesias del sector Lídice. Nació en el seno de un colegio y, gracias al carisma de sus niños para interpretar aguinaldos y villancicos, rápidamente fueron contratados por las iglesias de los alrededores para animar, principalmente, las misas de aguinaldos.
Con el paso del tiempo, la agrupación fue extendiendo su radio de acción, gracias al triunfo en un concurso de agrupaciones, de donde salió el nombre de la agrupación. "Se lo debemos al tema "Tucusito, tucusito", uno de nuestros clásicos. Competimos con más de 30 grupos y la gente quedó maravillada por el trabajo que hicimos. Lo demás ha sido historia".
Por el tiempo que ha pasado no hay fundadores en sus filas. Sin embargo, los adultos, quienes son los instrumentistas que acompañan a los 62 niños que actualmente conforman la agrupación, tienen larga data en ella.
Suárez explicó que para ser un "Tucusito" solo se debe tener algo de facilidad para el canto y una edad comprendida entre 5 y 15 años. "Aquí nosotros les damos clases de canto, de coreografía. Pero a los 15 años ya deben irse, para darle paso a nuevos integrantes. Muchos no quieren irse, porque les gusta el canto, el ambiente y, sobre todo, porque somos una gran familia. Así que tenemos casos de exintegrantes, quienes quedan como colaboradores, ayudándonos en las clases, los viajes, la logística".
No les cobran a los niños que quieren entrar. Ni inscripción ni mensualidades durante su permanencia. "No dependemos de ningún organismo del Estado tampoco. Funcionamos con el aporte que mi esposa y yo damos con nuestro ejercicio laboral (son abogados) y con las donaciones que nos hacen llegar. Tampoco se exige ningún tipo de matrícula ni nada parecido. Los niños que comienzan y no siguen, muchas veces, no lo hacen por la inconsistencia de sus padres. No los traen como deberían, no los ayudan a ensayar en casa. Lo único que les exigimos es disciplina. Sin ella, nada puede lograrse".
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