Hice algo con una chica en un granero y su hermana lo grabó en video

  • hace 4 años
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¡Hola! Mi nombre es Kurt y tengo 16 años. Me gustaría contarles una historia sobre cómo me convertí en una víctima del amor. Bueno, bueno, no necesariamente del amor y no seriamente una víctima, pero aquellos que fueron malos conmigo nunca pudieron conocer las profundidades de mi sufrimiento.

Pero empecemos desde el principio. Esta historia comenzó cuando mi padre y sus colegas de negocios fueron al campo para asistir a un evento de trabajo en equipo. Mi padre trabaja para una gran corporación, y, cuando digo "grande", quiero decir "ENORME". Y es muy importante, incluso crucial, que todos los altos directivos, quienes se encuentran en diferentes ciudades, funcionen como un equipo real, casi como una familia. Es por eso que es una costumbre en la corporación que, de vez en cuando, los gerentes de las principales sucursales de la ciudad que trabajan en estrecha colaboración se reúnan en un entorno informal.

Entonces, la historia comenzó cuando se organizó uno de estos viajes. Pero este era diferente de los anteriores porque cada participante debía llevar a su familia. Y allí estábamos: cuatro familias, incluida la nuestra, que salieron al campo no en tiendas de campaña, por supuesto, ya que no estábamos acostumbrados a un estilo de vida de campamento, sino a una zona bastante bonita con pequeñas cabañas de madera, donde todo teníamos que hacerlo nosotros. No había restaurantes, y la gasolinera más cercana donde se podía comprar helado y papas fritas estaba a unos 16 km. Y el único pilar de la civilización en medio de este desierto era una máquina expendedora de chocolates y dulces, la cual se encontraba en el pasillo donde se suponía que todas las familias se reunían por las noches. Debíamos quedarnos allí más de una semana, y eso nos pareció un tiempo realmente largo, especialmente porque nuestros padres lo vieron como una forma de combinar el trabajo con el placer y nos dejaron realmente solos, sin nada que hacer.

Mi padre y sus tres colegas estaban casados y tenían hijos, y mientras los ancianos estaban ocupados en conseguir la vivienda que se suponía sería nuestro hogar durante los próximos días, nosotros, sus hijos, comenzamos a llegar a conocernos unos a otros. Había un par de niños pequeños, gemelos, a quienes nunca podría distinguir, un chico de mi edad que no se separaba de su dispositivo electrónico, y, dado que la conexión de red en ese desier

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