• hace 4 años
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La delicada evolución de la realidad venezolana deja, tras de sí, una serie de interrogantes y un cúmulo de lecciones. Mientras el tiempo avanza y la miseria asfixia desesperantemente a una de las naciones más ricas de Latinoamérica, el mundo se pregunta cuánto tiempo más pasará para que cese ese martirio.

Aclaro que ese cambio debería ser una reconsideración del marco democrático en esa nación, permitiendo elecciones libres y admitiendo que los resultados sean supervisados por una junta electoral internacional que de plenas garantías y aleje del escrutinio al actual sistema electoral chavista, esto si el régimen de Nicolás Maduro da muestras de permitir y respetar un proceso electoral libre de esa naturaleza, algo difícil dada la naturaleza narco-gorilezca del régimen.

Lo cierto es que la presión ejercida contra el régimen de Caracas desde la Casa Blanca ha sido hasta el momento infructuoso. En un evidente afán de provocar cambios, el presidente Trump en una jornada magistral frente al mundo, reconoció a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, buscando con ello enviar un poderoso mensaje y reconocer un proceso que solo existe a nivel internacional aunque es claro que Trump no está jugando. Antes de su encuentro con Trump, Juan Guaidó realizó un recorrido internacional en donde conectó con líderes mundiales y hemisféricos que le mostraron el fuerte simbolismo de su apoyo.

Al final lo que estamos viendo es el resultado de un juego geopolítico global en el cual el actor principal, Estados Unidos, tiene varias partidas críticas abiertas al mismo tiempo. Juega política compleja con Rusia, China, Afganistán y el medio oriente por temas de petróleo, armas y equilibrio global. Cualquier movimiento en esos tableros implica una reacción que complica procesos como el ordenamiento económico global en el cual Estados Unidos disputa permanentemente la supremacía.

Ante semejante ecuación, Venezuela, Cuba y otros objetivos estratégicos de Washington dejan de ser por momentos el centro de la atención.

Pero revisemos qué ha venido pasando desde el inicial reconocimiento de Guaidó. Primero, se planteó la posibilidad ante la sociedad oprimida en Venezuela, que era posible aliarse en protesta como ruta de gestión ante Maduro. Segundo, al ser simple observador Washington, por contraste, dejó desprotegidos al presidente alterno y abrió la puerta al agotamiento político de quienes salen a la calle a exponerse contra la represión, amen que Guaidó y su equipo claramente carecían de estrategia. Son jóvenes valientes y comprometidos, en especial Guaidó, pero sin recursos, estrategia y buen planteamiento táctico, poco se puede lograr.




Algunos autores atribuyen a esto la prolongación de la agonía venezolana. Atrincherado, Maduro calculó el hastío y la asfixia de la oposición, mientras Cuba y otros interlocutores plantearon a Guaidó una ruta de intermediación cuyo gran resultado ha sido la decepción de la fuerza de oposición, una

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