El estado Bristol, “Catedral” del boxeo marplatense durante más de 25 años. La fotografía fue suministrada por el periodista Raúl Ramirez.
Este espacio está destinado a recordar un hecho que quedó en el historial deportivo de la ciudad. Me estoy refiriendo al combate boxístico realizado en el Estadio Bristol el 25 de mayo de 1957, es decir que se están cumpliendo hoy 54 años. Fue el que protagonizaron esa noche el bragadense Andrés Antonio Selpa y el retador Ubaldo Francisco Sacco, oriundo de 25 de Mayo, aunque ambos eran considerados ya marplatenses por adopción. Selpa, doble campeón argentino y sudamericano de la categoría mediano, exponía sus dos coronas en ese lance.
Hablar de aquella pelea y no hacer al menos unas pocas referencias a la ciudad de esos tiempos y al escenario de la lucha, resulta poco menos que imposible. En aquella segunda mitad de la década del ’50, Mar del Plata se “acercaba al cielo” con la construcción de los primeros edificios de propiedad horizontal, que le dieron a varios sectores céntricos y a la avenida Colón una fisonomía atractiva, distinta, pero al mismo tiempo obligaron a que cayeran bajo la fuerza de la piqueta verdaderas reliquias arquitectónicas, que hasta hoy muchos marplatenses nativos lamentamos. Pero esa es otra historia. La de hoy es el boxeo y aquel inolvidable Selpa-Sacco de 1957.
Ya no quedan en pie los actores principales del combate, tampoco el árbitro de la contienda y la mayoría de quienes como autoridades de la Federación Argentina de Box, llegaron al balneario para controlar el gran espectáculo que se había programado.
Y tampoco está el Estadio Bristol, verdadera “Catedral” del boxeo marplatense a lo largo de más de un cuarto de siglo. Por eso, entiendo, el Bristol merece ser recordado por lo que significó y significa para la historia marplatense.
El boxeo en Mar del Plata, cuya práctica se remonta al comienzo de la década de los años ’20 del pasado siglo, tuvo un destino nómade. En aquellos tiempos deambuló por distintos escenarios. Hubo combates durante algunos años en el mismísimo Teatro Colón, el salón Garibaldi, el Teatro Odeón, la cancha de pelota El Trinquete, la plaza España, el Paseo General Paz, el balneario de Pierini y Giacaglia en playa La Perla… Hasta que allá por 1938, el recordado Juan Bautista Pathenay, poco antes de su encuentro sobre el ring con Justo Suarez, “El Torito de Mataderos”, decidió venir a radicarse en Mar del Plata. La bolsa que recibió por aquella noche triste en el Luna Park frente al “Torito”, Pathenay la había destinado para pasar su luna de miel en nuestra ciudad, lugar para el cual había gestionado su traslado como alto empleado del Correo. Por ese entonces las oficinas del Correo estaban en Santiago del Estero, entre San Martín y Av. Luro, al 1753 de la primera arteria.
Pathenay, que todavía no se había retirado de la práctica activa del boxeo, organizó y fue protagonista acá de sus últimas peleas. Comenzaba a gestarse el gran promotor boxístico.
Este espacio está destinado a recordar un hecho que quedó en el historial deportivo de la ciudad. Me estoy refiriendo al combate boxístico realizado en el Estadio Bristol el 25 de mayo de 1957, es decir que se están cumpliendo hoy 54 años. Fue el que protagonizaron esa noche el bragadense Andrés Antonio Selpa y el retador Ubaldo Francisco Sacco, oriundo de 25 de Mayo, aunque ambos eran considerados ya marplatenses por adopción. Selpa, doble campeón argentino y sudamericano de la categoría mediano, exponía sus dos coronas en ese lance.
Hablar de aquella pelea y no hacer al menos unas pocas referencias a la ciudad de esos tiempos y al escenario de la lucha, resulta poco menos que imposible. En aquella segunda mitad de la década del ’50, Mar del Plata se “acercaba al cielo” con la construcción de los primeros edificios de propiedad horizontal, que le dieron a varios sectores céntricos y a la avenida Colón una fisonomía atractiva, distinta, pero al mismo tiempo obligaron a que cayeran bajo la fuerza de la piqueta verdaderas reliquias arquitectónicas, que hasta hoy muchos marplatenses nativos lamentamos. Pero esa es otra historia. La de hoy es el boxeo y aquel inolvidable Selpa-Sacco de 1957.
Ya no quedan en pie los actores principales del combate, tampoco el árbitro de la contienda y la mayoría de quienes como autoridades de la Federación Argentina de Box, llegaron al balneario para controlar el gran espectáculo que se había programado.
Y tampoco está el Estadio Bristol, verdadera “Catedral” del boxeo marplatense a lo largo de más de un cuarto de siglo. Por eso, entiendo, el Bristol merece ser recordado por lo que significó y significa para la historia marplatense.
El boxeo en Mar del Plata, cuya práctica se remonta al comienzo de la década de los años ’20 del pasado siglo, tuvo un destino nómade. En aquellos tiempos deambuló por distintos escenarios. Hubo combates durante algunos años en el mismísimo Teatro Colón, el salón Garibaldi, el Teatro Odeón, la cancha de pelota El Trinquete, la plaza España, el Paseo General Paz, el balneario de Pierini y Giacaglia en playa La Perla… Hasta que allá por 1938, el recordado Juan Bautista Pathenay, poco antes de su encuentro sobre el ring con Justo Suarez, “El Torito de Mataderos”, decidió venir a radicarse en Mar del Plata. La bolsa que recibió por aquella noche triste en el Luna Park frente al “Torito”, Pathenay la había destinado para pasar su luna de miel en nuestra ciudad, lugar para el cual había gestionado su traslado como alto empleado del Correo. Por ese entonces las oficinas del Correo estaban en Santiago del Estero, entre San Martín y Av. Luro, al 1753 de la primera arteria.
Pathenay, que todavía no se había retirado de la práctica activa del boxeo, organizó y fue protagonista acá de sus últimas peleas. Comenzaba a gestarse el gran promotor boxístico.
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