Empate entre Valencia y Athletic en Mestalla, en un encuentro que no saca a ninguno de la parte media de la tabla y que los sitúa con 14 puntos, solamente 3 por encima del descenso. El Valencia se fue a vestuarios por delante en el marcador, gracias a un gol de penalti de Carlos Soler. Los leones espabilaron tras la reanudación y se pusieron por delante con goles de Asier Villalibre y de Raúl García de penalti. Poco duró la alegría a los de Garitano, que vieron como Manu Vallejo aprovechaba un grosero error de Unai Simón para poner el 2-2 definitivo en el marcador.
Se suele decir que cuando un equipo merece ganar y perder un partido termina empatando. Y eso fue lo que le pasó a Valencia y Athletic en Mestalla. El punto sirve para muy poco y los 90 minutos de juego permiten agarrarse a argumentos positivos y negativos sobre la capacidad de reacción de ambos equipos que siguen en la parte baja de la tabla.
El Valencia arrancó el partido pisando firme. Consciente de sus miedos y preocupaciones, muy similares a los del rival, entendió que, si golpeaba primero, podría tener una tarde más confortable. Pero al equipo blanquinegro no hay partido que le resulte fácil, más bien al contrario. Sus desconexiones e intermitencias son una invitación para que el contrario busque la victoria, por muy desaparecido que parezca.
El Athletic llegaba una semana más con el puesto de Gaizka Garitano en juego. No tiene que ser fácil vivir día a día con la soga al cuello y presentarse a cada partido como si fuera el último.
No domina los partidos de Javi Gracia. Ni los que gana ni los que pierde. No se caracteriza el Valencia por tener más posesión de balón ni por generar muchas ocasiones de gol. Más bien al contrario. El recurso del balón largo y la búsqueda de la segunda jugada le han dado resultado en algunos partidos. Pero no deja de ser una moneda al aire. Se encontró con un penalti bien provocado por Maxi Gómez ante un Dani García pasado de ímpetu en un balón dividido dentro del área. Soler lanzó con seguridad y marcó. Y a partir de ahí, el Valencia empezó sestear -la hora invitaba a ello- y dejarse comer terreno.
Garitano quitó a Vesga, con tarjeta, y dio entrada a Unai López en la segunda parte. Y el equipo rojiblanco empezó a funcionar. Aceptó la invitación del Valencia que parecía ceder metros para matar al contragolpe. Lo primero, sí. Pero de lo segundo no hubo nada. Así que Yuri -de lo mejor de los leones- puso un balón para que Villalibre marcara el empate en el área pequeña. El equipo blanquinegro parecía fuera de sí. Y Muniain provocó un penalti de Racic. Raúl García hizo el 1-2 y parecía que el equipo rojiblanco enterraba sus males.
Pero en una falta lateral, Soler puso el balón al área y Unai Simón -entre la salida en falso y que el sol le pudo deslumbrar- dejó pasar el balón que cabeceó Manu Vallejo solo de cabeza.
Se suele decir que cuando un equipo merece ganar y perder un partido termina empatando. Y eso fue lo que le pasó a Valencia y Athletic en Mestalla. El punto sirve para muy poco y los 90 minutos de juego permiten agarrarse a argumentos positivos y negativos sobre la capacidad de reacción de ambos equipos que siguen en la parte baja de la tabla.
El Valencia arrancó el partido pisando firme. Consciente de sus miedos y preocupaciones, muy similares a los del rival, entendió que, si golpeaba primero, podría tener una tarde más confortable. Pero al equipo blanquinegro no hay partido que le resulte fácil, más bien al contrario. Sus desconexiones e intermitencias son una invitación para que el contrario busque la victoria, por muy desaparecido que parezca.
El Athletic llegaba una semana más con el puesto de Gaizka Garitano en juego. No tiene que ser fácil vivir día a día con la soga al cuello y presentarse a cada partido como si fuera el último.
No domina los partidos de Javi Gracia. Ni los que gana ni los que pierde. No se caracteriza el Valencia por tener más posesión de balón ni por generar muchas ocasiones de gol. Más bien al contrario. El recurso del balón largo y la búsqueda de la segunda jugada le han dado resultado en algunos partidos. Pero no deja de ser una moneda al aire. Se encontró con un penalti bien provocado por Maxi Gómez ante un Dani García pasado de ímpetu en un balón dividido dentro del área. Soler lanzó con seguridad y marcó. Y a partir de ahí, el Valencia empezó sestear -la hora invitaba a ello- y dejarse comer terreno.
Garitano quitó a Vesga, con tarjeta, y dio entrada a Unai López en la segunda parte. Y el equipo rojiblanco empezó a funcionar. Aceptó la invitación del Valencia que parecía ceder metros para matar al contragolpe. Lo primero, sí. Pero de lo segundo no hubo nada. Así que Yuri -de lo mejor de los leones- puso un balón para que Villalibre marcara el empate en el área pequeña. El equipo blanquinegro parecía fuera de sí. Y Muniain provocó un penalti de Racic. Raúl García hizo el 1-2 y parecía que el equipo rojiblanco enterraba sus males.
Pero en una falta lateral, Soler puso el balón al área y Unai Simón -entre la salida en falso y que el sol le pudo deslumbrar- dejó pasar el balón que cabeceó Manu Vallejo solo de cabeza.
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