• hace 3 años
La escena encoge el alma. Ocurrió el jueves 1 de abril de 2021, en La Grulla (Texas).

Un agente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), que vuelve a casa terminado el servicio, se topa en la carretera con un niño perdido, que deambula desesperado, por uno de los parajes más desolados de la zona fronteriza entre México y EEUU.

“¿Usted me puede ayudar?”, dice el crío, que tiene 10 años y nicaragüense, con los ojos hinchados de lágrimas.

El agente migratorio, de origen hispano y que habla con acento mexicano, le pregunta con ternura y el chaval solloza:

“Yo venía con un grupo de personas y me dejaron botado y no sé dónde están”

El policía le pregunta si están sus padres con él: "¿Vienes con tu mamá o tu papá?".

"Nadie. Yo venía en un grupo y me dejaron 'botado' y venía aquí a pedir auxilio. Me pueden robar, secuestrar. Tengo miedo".

El niño pasó toda la noche recorriendo la región del Valle del Río Grande después de que entrara ilegalmente en EEUU.

El policía ha explicado que el niño llevaba ya  cuatro horas de caminata sin compañía.

"A todos los padres que están considerando enviar a sus hijos no acompañados a la frontera, por favor reconsideren ese acto porque es muy peligroso exponer a los niños", han dicho las autoridades fronterizas norteamericanas tras la publicación en las últimas semanas de algunos vídeos en los que se ve a familias mandando a sus hijos a EEUU a través de las fronteras para evitar ser repatriados. 

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