El deslumbrante esplendor del ajedrez soviético ocultó graves injusticias. Y si hubiera un reconocimiento especial al ajedrecista peor tratado, Grigory Lévenfish (1889-1961) sería un candidato muy sólido. Su ascendencia judía y el hecho de ser 22 años más viejo que la gran estrella Mijaíl Botvínik (1911-1995) son las causas de esa marginación. A los 22 años jugó su único torneo fuera de la URSS; luego no le dejaron volver a salir, a pesar de que empató un duelo a 13 partidas con Botvínik en 1937 (entre otros muchos éxitos en la URSS), y de ser admirado por cuantos lo conocían.
Una profunda comprensión de la estrategia y el virtuosismo en los finales eran dos de sus grandes virtudes, pero brilló aún más en las combinaciones tácticas, como en la partida de este vídeo, frente a Smyslov en el Campeonato de la URSS de 1949. El maltrato que recibió se aprecia en otro detalle: fue el único gran maestro de su generación que no recibió un suelo mensual del Gobierno por haber logrado ese título. Vivía de su trabajo como ingeniero químico, y aun así logró que su palmarés fuera muy brillante.
Una profunda comprensión de la estrategia y el virtuosismo en los finales eran dos de sus grandes virtudes, pero brilló aún más en las combinaciones tácticas, como en la partida de este vídeo, frente a Smyslov en el Campeonato de la URSS de 1949. El maltrato que recibió se aprecia en otro detalle: fue el único gran maestro de su generación que no recibió un suelo mensual del Gobierno por haber logrado ese título. Vivía de su trabajo como ingeniero químico, y aun así logró que su palmarés fuera muy brillante.
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