La ausencia de protección de datos en EE.UU. facilita la persecución del aborto. Desde mensajes telefónicos entre amigos hasta la búsqueda en Google de un centro de salud reproductiva, son elementos que se rastrean. Los datos de los usuarios que almacenan las compañías tecnológicas pueden ser usados en Estados Unidos para acusar de un delito, incluido el de abortar en los territorios donde está prohibido.
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