Acceso controlado por sensores de peso, movimiento y huellas dactilares, arcos detectores de metales, puertas giratorias que se accionan exclusivamente por números asignados de NIP secretos, vigilancia con cámaras de circuito cerrado, escáner y hasta revisión física y de registro personal en al menos tres puntos de la vigilancia perimetral, son parte de las medidas de seguridad y control que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) implementó en el Almacén de Armas Decomisadas al Crimen Organizado y el Narcotráfico.
La menor violación a cualquier código de seguridad en esta estratégica instalación del instituto armado, dispara y pone en operación —en menos de 15 segundos— un contingente especial de soldados de reacción inmediata, el cierre y clausura de puertas, la revisión de cada punto y medidas de seguridad; el escrutinio de videos, la operación de binomios caninos y otros métodos de máxima seguridad que evitarían cualquier intento de extracción ilegal del armamento decomisado al crimen.
El general Antonio Erasto Monsiváis Pinedo, jefe del Complejo Logístico Número Uno del Ejército y comandante del Primer Batallón de Materiales de Guerra de la Sedena, explicó que es imposible que alguien pueda sustraer armas de forma ilegal del almacén.
El general comentó que las medidas para el control del armamento en la Sedena son extremadamente rigurosas y comprenden más de 10 códigos que nadie —ni él— puede violar o incumplir bajo ninguna circunstancia.
Incluso, para sacar un arma corta del almacén donde se resguarda el arsenal decomisado y puesto a disposición de la Sedena, implica contar con un oficio, la orden directa del general Monsiváis Pinedo, y que el túnel y escáner por el que pasa el artefacto valide el chip que tiene colocado, lo que permitirá constatar que hay autorización.
Este nuevo sistema de resguardo —llamado RFID— permite identificar, a través de una radiofrecuencia, el sitio donde está un arma, por medio de dispositivos o etiquetas transpondedoras o tags para su control en tiempo real.
Inventario de artefactos
La Sedena autorizó un recorrido por las instalaciones del Primer Batallón de Materiales de Guerra, cuyo ingreso está sumamente restringido por la naturaleza de sus operaciones logísticas de abastecimiento, evacuación y mantenimiento de armas y municiones del Ejército y la Fuerza Aérea.
A ese resguardo se suma el del armamento decomisado a la delincuencia y al crimen organizado.
Monsiváis Pinedo explicó que la institución desarrolló un sistema en el que se da de alta cada arma que está a disposición de autoridades civiles —actualmente hay un total de 5 mil 356 armas largas y cortas— o, en su caso, del propio instituto armado —9 mil 932 artefactos de los mismos rubros—.
El mismo procedimiento se ha empleado, precisó el funcionario militar, con la totalidad del armamento que ha sido decomisado a lo largo del sexenio en el combate, en todas las esferas, al crimen organizado y a la delincuencia, el cual suma 167 mil 230 armas.
Todo el arsenal —97 mil 175 armas cortas y 70 mil 55 largas—, tanto si puede ser reutilizado o si es destruido, entra al sistema de registro y control desarrollado por la Sedena.
Monsiváis Pinedo mencionó el poder bélico de las armas aseguradas: “El armamento con el que los delincuentes están enfrentando a nuestras tropas es de alto volumen de fuego”, comentó al mostrar algunas armas que pueden disparar hasta 500 balas por minuto y que han sido aseguradas a sicarios o miembros de los cárteles de las drogas.
Estados con mayores decomisos
Monsiváis Pinedo precisó que en México las entidades donde se logran los mayores aseguramientos de armamento y material de guerra son Baja California y Michoacán, seguidas por Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y el Distrito Federal. Comentó, además, que el principal país de fabricación de estas armas es Estados Unidos.
Sobre el tipo de calibre del armamento más comúnmente decomisado, explicó que, en armas cortas, corresponde a 357, 38, 40, 45, 9 mm, 10 mm y 5.7 mm —conocido como pistolas matapolicías—; en armas largas, a 5.56 x 45 mm y 7.62 x 39 mm, mejor conocido como cuerno de chivo
La menor violación a cualquier código de seguridad en esta estratégica instalación del instituto armado, dispara y pone en operación —en menos de 15 segundos— un contingente especial de soldados de reacción inmediata, el cierre y clausura de puertas, la revisión de cada punto y medidas de seguridad; el escrutinio de videos, la operación de binomios caninos y otros métodos de máxima seguridad que evitarían cualquier intento de extracción ilegal del armamento decomisado al crimen.
El general Antonio Erasto Monsiváis Pinedo, jefe del Complejo Logístico Número Uno del Ejército y comandante del Primer Batallón de Materiales de Guerra de la Sedena, explicó que es imposible que alguien pueda sustraer armas de forma ilegal del almacén.
El general comentó que las medidas para el control del armamento en la Sedena son extremadamente rigurosas y comprenden más de 10 códigos que nadie —ni él— puede violar o incumplir bajo ninguna circunstancia.
Incluso, para sacar un arma corta del almacén donde se resguarda el arsenal decomisado y puesto a disposición de la Sedena, implica contar con un oficio, la orden directa del general Monsiváis Pinedo, y que el túnel y escáner por el que pasa el artefacto valide el chip que tiene colocado, lo que permitirá constatar que hay autorización.
Este nuevo sistema de resguardo —llamado RFID— permite identificar, a través de una radiofrecuencia, el sitio donde está un arma, por medio de dispositivos o etiquetas transpondedoras o tags para su control en tiempo real.
Inventario de artefactos
La Sedena autorizó un recorrido por las instalaciones del Primer Batallón de Materiales de Guerra, cuyo ingreso está sumamente restringido por la naturaleza de sus operaciones logísticas de abastecimiento, evacuación y mantenimiento de armas y municiones del Ejército y la Fuerza Aérea.
A ese resguardo se suma el del armamento decomisado a la delincuencia y al crimen organizado.
Monsiváis Pinedo explicó que la institución desarrolló un sistema en el que se da de alta cada arma que está a disposición de autoridades civiles —actualmente hay un total de 5 mil 356 armas largas y cortas— o, en su caso, del propio instituto armado —9 mil 932 artefactos de los mismos rubros—.
El mismo procedimiento se ha empleado, precisó el funcionario militar, con la totalidad del armamento que ha sido decomisado a lo largo del sexenio en el combate, en todas las esferas, al crimen organizado y a la delincuencia, el cual suma 167 mil 230 armas.
Todo el arsenal —97 mil 175 armas cortas y 70 mil 55 largas—, tanto si puede ser reutilizado o si es destruido, entra al sistema de registro y control desarrollado por la Sedena.
Monsiváis Pinedo mencionó el poder bélico de las armas aseguradas: “El armamento con el que los delincuentes están enfrentando a nuestras tropas es de alto volumen de fuego”, comentó al mostrar algunas armas que pueden disparar hasta 500 balas por minuto y que han sido aseguradas a sicarios o miembros de los cárteles de las drogas.
Estados con mayores decomisos
Monsiváis Pinedo precisó que en México las entidades donde se logran los mayores aseguramientos de armamento y material de guerra son Baja California y Michoacán, seguidas por Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y el Distrito Federal. Comentó, además, que el principal país de fabricación de estas armas es Estados Unidos.
Sobre el tipo de calibre del armamento más comúnmente decomisado, explicó que, en armas cortas, corresponde a 357, 38, 40, 45, 9 mm, 10 mm y 5.7 mm —conocido como pistolas matapolicías—; en armas largas, a 5.56 x 45 mm y 7.62 x 39 mm, mejor conocido como cuerno de chivo
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