Sin Francia, Europa no sería la misma. París (con Jean Monnet a la cabeza) fue una de las grandes fuerzas centrípetas que llevó al Viejo Continente (al menos buena parte de él) a ser lo que es hoy: una unión monetaria y económica sin parangón en el mundo. Francia es uno de los países fundadores de la Unión Europea y de los que más ha luchado por incrementar la cohesión y la unión en todos los ámbitos. Pese a ese glorioso pasado, cada vez parece más evidente que Francia se está convirtiendo, poco a poco, en uno de los grandes peligros que amenazan con hacer estallar al euro por los aires. Resulta paradójico que el otrora pegamento del euro pueda convertirse ahora en su mayor amenaza.
La situación fiscal de la economía gala es compleja, pero lo que más preocupa es su rápido deterioro en los últimos años. El día que haya que enfrentarse a ese 'elefante' podría marcar el futuro de la UE y del euro. Meter en vereda a Portugal, Grecia o España fue complicado y se consiguió parcialmente. Pero pedir recortes y austeridad a Francia parece una auténtica quimera. Tal es la situación que en el mercado ya existe una broma recurrente: la intensa mejora de los indicadores fiscales de Portugal ha coincidido con el deterioro de los de Francia lo que ha provocado una mutación en los PIGS (cerdos en inglés), que a partir de ahora podrían comenzar a ser conocidos como los FIGS (higos en inglés). La F de Francia sustituye a la P de Portugal, una economía cuya deuda sobre PIB se aleja del 100% del PIB y que ha logrado importante equilibrio fiscal.
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