Muchos de nosotros sentimos un bienestar increíble cuando vemos las olas deshacerse en la arena; aparentemente, existe una razón científica para ello.
Una investigación de la Universidad de California indica que mirar al agua reduce el ritmo cardíaco y aumenta la sensación de relajación.
El primer análisis estudió a 32 participantes que miraban una piscina, un árbol y una señal en una calle muy transitada.
Mirar al agua durante 1 minuto y 40 segundos redujo significativamente la presión arterial y la frecuencia cardíaca en comparación con mirar a los otros lugares.
Un segundo estudio investigó a 73 participantes a lo largo de un recorrido de 1,62 kilómetros cerca de un arroyo y dos pequeños lagos.
Alternando entre la visualización del agua y la naturaleza, se observó que la presión arterial y la frecuencia cardíaca disminuían al centrarse en el agua, lo que aumentaba la sensación de relajación.
Los investigadores sugieren que esta respuesta relajante al agua tiene componentes innatos, reflejo de un largo periodo de selección natural.
Esto sugiere una preferencia evolutiva por los entornos acuáticos, lo que explica por qué mirar a la playa es tan relajante.
Una investigación de la Universidad de California indica que mirar al agua reduce el ritmo cardíaco y aumenta la sensación de relajación.
El primer análisis estudió a 32 participantes que miraban una piscina, un árbol y una señal en una calle muy transitada.
Mirar al agua durante 1 minuto y 40 segundos redujo significativamente la presión arterial y la frecuencia cardíaca en comparación con mirar a los otros lugares.
Un segundo estudio investigó a 73 participantes a lo largo de un recorrido de 1,62 kilómetros cerca de un arroyo y dos pequeños lagos.
Alternando entre la visualización del agua y la naturaleza, se observó que la presión arterial y la frecuencia cardíaca disminuían al centrarse en el agua, lo que aumentaba la sensación de relajación.
Los investigadores sugieren que esta respuesta relajante al agua tiene componentes innatos, reflejo de un largo periodo de selección natural.
Esto sugiere una preferencia evolutiva por los entornos acuáticos, lo que explica por qué mirar a la playa es tan relajante.
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