Franz Kafka - Ante la ley

  • hace 3 meses
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
Tal vez -dice el centinela pero no por ahora.

La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:

-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:

-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.

Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.

-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.

-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley.
Transcripción
00:00Ante la ley, está plantado el guardián.
00:08Un hombre viene de lejos.
00:11Quisiera llegar hasta la ley.
00:14Pero el guardián no le permite entrar.
00:19Puede esperar a que se le admita más adelante?
00:22Es posible, dice el guardián.
00:25El hombre trata de ver algo por el portón abierto.
00:28¿No le han enseñado que la ley es accesible para todos?
00:32No intentes entrar sin mi autorización, dice el guardián.
00:36Soy muy poderoso.
00:38Sin embargo, no soy más que el último de los guardianes.
00:42De sala en sala, de puerta en puerta, cada guardián es más poderoso que el anterior.
00:47Con permiso del guardián, el hombre se sienta junto a la entrada y allí espera.
00:55Durante años, espera.
01:00Poco a poco, se desprende de todo cuanto tiene con la esperanza de sobornar al guardián,
01:05quien a cada ofrecimiento le repite, acepto solamente para que puedas estar seguro de
01:11haberlo intentado todo.
01:14A fuerza de acechar continuamente al guardián en el curso de largos años de espera, el
01:19hombre acaba conociendo hasta las pulgas de su cuello de piel.
01:23La edad le hace volver a una segunda infancia y suplica a las pulgas que intercedan en su
01:29favor para que el guardián le deje entrar.
01:33En tinieblas porque su vista se ha debilitado, entrevé una luz radiante que se filtra a
01:37través de las puertas de la ley.
01:40Y ahora en el umbral de la muerte, todo se resume para él en una última pregunta.
01:46Hace una seña al guardián.
01:49Eres insaciable, le dice éste.
01:51¿Qué más quieres?
01:53Y el hombre contesta.
01:55Si como está escrito todo el mundo se esfuerza en alcanzar la ley, ¿cómo es posible que
02:00nadie más se haya presentado aquí en el transcurso de tantos años?
02:05Y como el hombre ya no oye apenas, el guardián le grita al oído, porque nadie más que tú
02:11hubiera sido admitido.
02:13Nadie más hubiera podido flanquear esa puerta.
02:17Estaba reservada para ti.
02:21Ahora, voy a cerrarla.
02:33Esta historia se narra en una novela titulada El proceso, que significa lo que parece significar.
02:41No hay misterio ni enigma que resolver.
02:44Debemos decir que la lógica de esta historia es la lógica de un sueño o de una pesadilla.

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