Durante unas centésimas de segundo, Carlos Alcaraz estuvo a punto de romper una raqueta por primera vez en su carrera. Nunca estuvo tan desesperado, porque nunca estuvo tan exigido. Sólo cabe el consuelo en la derrota, pero al español le quedará que perdió el oro en los Juegos Olímpicos de París ante el mejor jugador de la historia, Novak Djokovic, en su última misión. A estas alturas, al serbio ya no le va de ganar otro Grand Slam, pero el oro olímpico era el anhelo que en los últimos meses le hizo levantarse de la cama, entrenar, soñar.
Al acabar el partido con victoria por 7-6 (3) y 7-6 (2), Djokovic, tan acostumbrado a ganar, lloraba como un niño contra su toalla blanca, consciente que ya está, ya lo tiene todo. Alcaraz, en cambio, miraba al suelo sin saber cómo reaccionar. Hacía muchos meses que no perdía y, además, la victoria había estado en su mano. Eso seguramente era lo más exasperante.
Al acabar el partido con victoria por 7-6 (3) y 7-6 (2), Djokovic, tan acostumbrado a ganar, lloraba como un niño contra su toalla blanca, consciente que ya está, ya lo tiene todo. Alcaraz, en cambio, miraba al suelo sin saber cómo reaccionar. Hacía muchos meses que no perdía y, además, la victoria había estado en su mano. Eso seguramente era lo más exasperante.
Category
🥇
DeportesTranscripción
00:00Un poco triste por cómo ha ido la final. Al final tenía muchísimas ganas de llevar una medalla de oro a España, de ganar una medalla de oro para mí.
00:13Al final eso sería una de las cosas más grandes que se puede hacer en el mundo deportivo.
00:18Pero la verdad es que me voy con la cabeza bien alta de saber que lo he dado todo, de saber que he peleado, me he dejado el alma por España.
00:25Espero que mi momento llegará. Estaré trabajando durante estos cuatro años para en Los Ángeles dar todo lo mejor y esperaré mi momento porque sé que llegará.
00:37Haré que España esté orgullosa, haré que toda mi gente esté orgullosa porque llevaré la medalla de oro pronto.
00:46Muy contento de disfrutar de una medalla de plata que no se gana todos los días, una medalla olímpica. Disfrutar y, sobre todo, aprender.