Disfrutamos de un nuevo episodio de Voces de Alejandría
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05:38No quiero percibir dinero por esa obra. Jamás admitiré dinero. Jamás. Estoy en deuda con otro por ella. Será siempre para los enfermos y los presos.
05:50Yo mismo estaba enfermo y gracias a esa obra he sanado. Me encontraba preso y ella me liberó.
06:08Mira, ¿a qué es un momento estelar de la humanidad?
06:10Bueno, desde luego. Por favor, contadnos más.
06:12A ver, hay muchos momentos musicales en la literatura estelares por la música que citan o por el propio relato. Por ejemplo, esa dama del perrito a la que Gurov busca desesperadamente y va a encontrar cerca de San Petersburgo en la representación de una obra llamada La Geisa.
06:32La Geisa. No me suena. ¿Existe o te lo estás inventando?
06:36Bueno, es lo que pone en el cuento de Chekhov. Pero yo siempre imagino que se refiere a Madame Butterfly de Puccini porque se estrenó al final del siglo XIX y Chekhov publicó su cuento en diciembre de 1899.
06:52Pero eso te lo estás inventando, ¿no?
06:54No, no me lo invento. Además, los lectores inventamos. ¿Qué pasa?
06:57O sea, sí.
07:06Aún en la estación le había saltado a la vista un anuncio de letras muy grandes. Se representaba por primera vez La Geisa. Se acordó de ello y se dirigió al teatro. Es muy probable que ella asista a los estrenos, pensó.
07:31El teatro estaba lleno. En la primera fila, de pie, con las manos a la espalda, los petimetres del lugar. En el palco oficial, con una boa de plumas, la hija del gobernador. El gobernador escondido tras las cortinas. La orquesta afinando los instrumentos. Mientras el público entraba y ocupaba sus asientos, Gurov se pasó todo el tiempo buscando con la mirada.
07:54Llegó Anna Sergeyevna. Se sentó en la tercera fila y Gurov sintió que se le encogía el corazón y comprendió con toda claridad que en el mundo entero no había nadie más entrañable, más querido y más importante para él que aquella persona. Su desgracia, su alegría, la única felicidad que deseaba para sí. Y bajo los sones de una mala orquesta, de unos violines miserables y ramplones, pensaba en lo bella que era. Pensaba y soñaba.
08:23En el primer entreacto, el marido se fue a fumar. Ella se quedó en la sala. Gurov se acercó a ella. Con voz temblorosa y una sonrisa forzada, dijo.
08:35Buenas noches. Ella lo miró y perdió el color sin dar crédito a sus ojos y apretó con fuerza el abanico y los impertinentes juntos. Ambos callaban. Ella estaba sentada, él de pie, asustado, sin decidirse a sentarse a su lado. Resonaron los violines y una flauta que los músicos afinaban. De pronto sintieron miedo. Parecía como si desde todas las butacas les observaran.
09:00Ella se levantó y se dirigió con pasos rápidos hacia la salida. Él la siguió y ambos echaron a andar sin ton ni son por los pasillos. Ana se detuvo al pie de una estrecha y tenebrosa escalera.
09:13—¡Qué susto me ha dado! ¡Cómo me ha asustado! ¡Casi me muero! ¿A qué ha venido? ¿Por qué? —Compréndame, Ana. Se lo suplico. Comprenda. —¡Cómo sufro! No he parado de pensar en usted. He vivido con el pensamiento puesto en usted y tenía tantos deseos de olvidar. Pero ¿por qué? ¿Para qué ha venido?
09:34Gurov atrajo hacia sí a Ana Sergeyevna y se puso a besar su cara, sus mejillas, sus manos. —¡Qué hace! ¡Qué hace! ¡Nos hemos vuelto locos! ¡Marche hoy mismo! ¡Ahora mismo! ¡Se lo imploro! ¡Alguien viene! ¡Debe marcharse! ¿Me oye? Iré a verle a Moscú. Ahora soy desgraciada y nunca, nunca seré feliz. ¡Nunca! ¡No me haga sufrir más! Iré a verle a Moscú, se lo juro.
10:00Y Ana Sergeyevna empezó a ir a verle a Moscú. Cada dos o tres meses. Le decía a su marido que iba a la capital a consultar a un profesor acerca de una enfermedad suya de mujer. Y el marido la creía y no la creía.
10:16—¡Al visto! ¡Qué bonitos esos amores felices! —Y difíciles. —Difíciles pero felices. Todo lo contrario que los de Butterfly, la pobre. Quizá esa música de Butterfly fue la que inspiró a Chekhov que su cuento terminara de forma más feliz. —Podría ser. Me parece que ese momento en la ópera es imprescindible, el relato, ¿no?
10:36—Pues claro, la música siempre es imprescindible. Vamos a traer ahora otro momento estelar de la humanidad gracias a la música. Te voy a llevar a la montaña mágica. ¿Quieres? —La novela de Thomas Mann, ¿no? Iríamos a Davos, a un hospital de tuberculosos. No sé si quiero ir.
10:55—Que sí, que sí. Vamos a ir. Ya verás qué momento estelar vamos a escuchar. Es uno de los primeros relatos donde aparece como protagonista, y por primera vez, nada menos que esto.
11:08Un aparato acústico que fue encontrado una noche con sorpresa general en el salón de música. No podían compararse con él, ni por el género, ni por el rango, ni por su valor, los demás aparatitos de distracción.
11:33No era un pueril ni monótono aparato al que no se haría caso en dos o tres semanas. Era un cuerno de la abundancia que dispensaba placeres artísticos. Era un instrumento de música. ¡Era un fonógrafo!
11:50—Hombre, un fonógrafo. El antecedente del pick-up, del tocadiscos, del CD, del DVD. —Del Blu-ray, del DAT, del MP3, del MP4, del Spotify. —Sí, de la radio, claro. Pero no sé si mucha gente a día de hoy sabe lo que es un fonógrafo.
12:09Este, además, no era un fonógrafo cualquiera. Era algo especial. Y eso también nos lo cuenta, muy emocionado, el propio Thomas Mann.
12:39—Es el último modelo. Última adquisición, hijos míos. Primera calidad extra. No se fabrica mejor.
12:51—¿Te has fijado, Marta? Es como el fantasma futuro de Steve Jobs en Davos, presentando a aquellos tuberculosos de lujo un nuevo modelo de iPhone.
13:01—Sí, los enfermos alucinando, claro, con la máquina mágica de la felicidad. No es lo que vendía Steve Jobs.
13:07No es ni un aparato ni una máquina. Es un instrumento, un Stradivarius, un Guarneri. Posee cualidades de resonancia y de vibración de gran refinamiento.
13:17Fabricado en Alemania. Somos los que lo hacemos mejor. Y aquí está la discoteca. Os hago entrega de todos estos hechizos para que os distraigáis. ¿Quieren ustedes que a título de ensayo demos una audición?
13:31Los enfermos se mostraron satisfechísimos y Behrens tomó uno de aquellos libros mágicos mudos, pero llenos de sustancia, y sacó un disco de una de las camisas de cartón con un agujero redondo en el centro para que se viesen los títulos en color.
13:47Lo ajustó en el aparato. Una ligera crepitación cerró la tapa y al instante estalló una locura instrumental. Una melodía alegre, ardiente y apresurada. Los primeros compases saltarines de una obertura de Offenbach.
14:17Todos escuchaban sonriendo con la boca abierta. No podían dar crédito a sus oídos. El final era una pura turbulencia, un galope que comenzaba con titubeos, un cancan impertinente,
14:43los sombreros de copa agitados en el aire, rodillas lanzadas hacia delante, las enaguas revueltas. El cómico final triunfal. Todos aplaudían.
14:53Los conciertos a tu alcance, solo apretando un botón. En la montaña mágica se ocupó de administrar la música Hans Kaftor. Era el que lo sabía hacer mejor, y por la noche escuchaba música él solo. Operas de Verdi, sobre todo Aida.
15:23El protagonista de la montaña mágica se hizo de la religión de Verdi a través del fonógrafo.
15:47Sí, yo también soy de esa religión, aunque no tengo fonógrafo. Es que la música transporta, incluso cuando no se escucha, como cuando estás leyendo y hablan de música. Y leo esto y allí, y muero emocionada con Aida, con Radamés en la tumba, donde les emparedan como Kastor.
16:08Vale, entonces, a ver, en este momento vamos a por un poquito más de frivolidad, algo un poquito más ligero, no sé si puede ser.
16:16A ver, concéntrate. Imagina un pueblo aburrido, un pueblo belga de esos grises.
16:25Esos donde están los personajes que los franceses usan para sus chistes.
16:29Esos. Estamos en Kinkendon, dentro de una novela divertida de Julio Verne. Ya verás, en ese pueblo todo transcurre lentamente. Allí nadie tiene prisa, ni se altera, nunca.
16:47Como nada se hacía deprisa en Kinkendon, las obras melodramáticas y musicales guardaban concordancia con el temperamento de los kinkendoniensens.
17:00Las puertas del teatro se abrían habitualmente a las cuatro y se cerraban a las diez. No se había dado ningún caso en que en esas seis horas se hubiera interpretado más de dos actos.
17:16Los Hugonotes o Guillermo Tell, por ejemplo, se representaban en tres funciones. Hasta tal punto la ejecución se hacía con parsimonia.
17:29Los Vivace languidecían como verdaderos adagio y los Alegro andaban con trabajo, mucho trabajo.
17:39Las semifusas no llegaban a valer lo que las semibreves en cualquier otro país.
17:46El área célebre de Fígaro duraba tan solo 58 minutos si el cantante era actor fogoso.
17:53A los artistas venidos de fuera les costaba algún esfuerzo adaptarse, pero como se les pagaba bien no se quejaban y obedecían al director, que en los Alegro no marcaba más de ocho compases por minuto.
18:05Madre mía, ¿pero los aplausos también eran a cámara lenta?
18:10Seguro, por supuesto.
18:12¿Cómo se llama esta novela de Berné?
18:15Se titula El doctor Ox.
18:17¿Alguno le dará un síncope por la ansiedad de tanta parsimonia y más en radio?
18:22No, que vas, que vas, ya verás. El doctor Ox es un sabio de la electricidad que ha ido a Kinkendon a hacer un experimento.
18:29Entonces lo pone en marcha y ya verás lo que pasa. Vamos a entrar al teatro el día que estrenan los subonotes de Meyerberg.
18:46Los abanicos de las damas se agitaban con rapidez fuera de lo normal.
18:50Un aire más vivaz de lo habitual parecía haber invadido todos los pechos. La atmósfera del local lucía más clara de lo corriente.
18:56¿La novedosa instalación del doctor Ox estaba ya funcionando?
19:00El director de la orquesta nota que ha dejado de ser obedecido por los músicos.
19:03Los instrumentos de viento aceleran el ritmo y amenazan con tomar ventaja sobre los de cuerda.
19:07Ventaja que desde el punto de vista armónico producía un efecto lamentable.
19:10Sanbris, Nevers, Cavanz y los notables católicos entran en escena precipitadamente. Alegro pomposo, dice la partitura.
19:16Orquesta y actores marchan alegro sin duda alguna, pero en absoluto pomposo.
19:19El público transportado por el ritmo responde a su alma colectiva.
19:22Los operanos, los tenores y los bajos atacan con gritos de rabia el alegro furioso.
19:26En un 6x8 dramático obtienen un 6x8 de cuadrilla y hacen un mutis chillando.
19:30El pueblo se pone en pie, agitación en los palcos, en la platea, en las tribunas, comienza el impresionante dúo al alegro vivache.
19:35Raúl no espera las preguntas de Valentín. Valentín no espera las respuestas de Raúl.
19:38El andante amoroso, si lo has dicho, si me amas, pasa a ser vivache furioso. Lo has dicho, me amas.
19:43Raúl exclama, siga hablando y prolonga el inefable sueño de mi corazón.
19:46Valentín no está por prolongar nada, se agita, gesticula y acaba abrazándose.
19:50Suena el final de fuga notado por el compositor como alegro con moto.
19:53Acaba por convertirse en un prestísimo desencadenado.
19:54Se diría que está pasando un tren expreso.
19:56Valentín cae desvanecida.
19:58Raúl se precipita por la ventana.
20:00Ya era hora, la orquesta verdaderamente borracha no hubiera podido continuar.
20:02De la batuta del director no queda más que un fragmento astillado.
20:04Las cuerdas de los violines están rotas.
20:06El timbalero en su furor ha reventado los timbales.
20:08El primer clarinete se ha tragado el estrangul.
20:10Basta, basta, basta. A ver, ¿qué está pasando en Quinquendón?
20:13¿Qué estrés?
20:15Pues es el experimento del doctor Ox, el cuarto acto de los Hugonotes,
20:19que de ordinario en ese pueblo duraba seis horas.
20:21Esa tarde fueron 18 minutos.
20:23¿Y el público qué le pasaba? Deliraba, ¿no?
20:25Estaban contagiados, se atropellaban, hubo golpes, empujones, todo se ha de huello.
20:30Bueno, un sin dios.
20:32Pero al salir a la calle se calmaron y tranquilamente se fueron a sus casas.
20:37Salgamos nosotras también de este libro porque estoy agotada,
20:40pero explica el experimento.
20:42A ver, hay que leerse la novelita.
20:45Es corta y divertida.
20:46Tiene pinta, sí, sí.
20:48En esta era de Twitter en la que no da tiempo a reflexionar
20:51si lo que ponen algunos es verdad o mentira.
20:53Pero a ver, ¿qué pasó?
20:55Berne tiene demasiadas novelas y nadie se las ha leído todas.
20:58Bueno, vale, vale, calma.
21:00El doctor Ox experimentaba.
21:02¿Qué pasaría al liberar grandes cantidades de oxígeno a través de los tubos
21:06por donde iban los cables de la electricidad?
21:09Menudo combustible.
21:11Todo el mundo oxigenado, hiperventilado y acelerado.
21:13Pues una explosión.
21:14No lo sabes tú bien.
21:16Al poco tiempo empezaron a circular rumores en el pueblo
21:19de que los del pueblo de al lado estaban espiando y haciendo nadie sabía qué.
21:23Si sumamos la rivalidad ancestral que había siempre por asuntos del INDEX,
21:28pues empezaron a buscarse los unos a los otros con frenesí.
21:31¿Con frenesí para matarse?
21:33Exacto.
21:35La inquina crecía imparable, como los incendios en las redes de ahora.
21:39Aunque bueno, Berne luego lo pone todo en su sitio.
21:41Y cuando el oxígeno deja de fluir, todo sea pacífico.
21:45Venga, yo creo que nos cabe alguna incursión más en la literatura con la música.
21:49¿Macu, qué propones?
21:51A ver, pues vamos a ver.
21:53Hemos citado autores componiendo, representaciones de ópera alimentando el amor,
21:57el descubrimiento de las maravillosas máquinas que hacen música.
22:01Nos faltaría, creo, una mirada más profunda sobre el público.
22:05A ver, con el Mesías se levantaron, ante el fonógrafo aplaudieron,
22:08en Kinkendon se han soliviantado.
22:11¿Qué más se puede decir?
22:13Bueno, es que el público es importantísimo.
22:15Ningún autor, por ejemplo, de libros es dueño absoluto de sus relatos,
22:20porque cada lector somos coautores.
22:23Sin lectores, no hay libro.
22:25Entonces, con la música yo creo que pasa lo mismo.
22:28Sin público, pues la música no es lo mismo.
22:31Venga, vamos a mirar con lupa al público entonces.
22:34¿En qué libro nos fijamos?
22:35A ver, es un relato corto, titulado Vigilancia, que viene al pelo.
22:40Que lo lee Araceli, que ella es público habitual de cientos de conciertos.
22:44La sala estaba llena.
22:46El público era normal.
22:48Las últimas personas en entrar venían de beber algo abajo antes del concierto.
22:53Uy, parece que casi son y media.
22:56Pero vamos a terminar esta copa.
22:58Hacer un pis, y luego subimos corriendo y pasamos por encima de media docena de espectadores hasta nuestros asientos.
23:04¡No hay prisa, tío!
23:06El maestro Haitin siempre puede esperar un ratito más en el camerino.
23:10¿Y quién dices que escribe este relato, Macu?
23:12Julian Barnes.
23:14Me he saltado mis propias normas, porque este autor en realidad sigue vivo.
23:18Es un libro de cuentos que se llama La Mesa Limón.
23:22Mi vecino, en la T20, empezó a corcobar como si cabalgase a un potro salvaje.
23:28Urgó frenéticamente en busca de un pañuelo y enganchó al mismo tiempo un gran manojo de llaves.
23:34Distraído por la caída de las llaves, soltó el pañuelo y el estornudo se disparó en distintas direcciones.
23:40Muchas gracias, T20.
23:41Concluyó el alegro y el maestro Haitin bajó despacio la cabeza, como autorizando a todos a utilizar la escupidera y hablar de las compras navideñas, de suéteres y demás.
23:51Ya sabes, Marta, esas toses a coro que suben como la marea entre un movimiento y otro de las sinfonías.
23:58Calla, calla, que sigue.
24:00Haitin, con la ayuda de su maestro, empezó a corcobar como si cabalgase a un potro salvaje.
24:06Urgó frenéticamente en busca de un pañuelo y enganchó al mismo tiempo un gran manojo de llaves.
24:11Alzó la batuta para exigir que se acabaran las toses.
24:15Y entonces, mientras Schiff nos ofrecía los primeros compases serenos, J39 se acordó de lo que no había terminado de decir sobre suéteres.
24:24Pinché a J38 con un tripo de compuesto de pulgar y los dos dedos siguientes.
24:30Fuerte.
24:32Él se volvió instintivamente y le clavé la mirada tocándome los labios con el dedo.
24:35J39 dejó de parlotear.
24:38K37, yo, volví a sumirme en la música.
24:43Aunque no pude concentrarme del todo, noté que el júbilo me ascendía por dentro como a ellos los estornudos.
24:50Por fin lo había hecho, al cabo de tantos años.
24:54Yo con este relato de Barnes me siento casi vengada, porque se me gusta tanto.
25:00Bueno, dicen que la venganza es un plato que se sirve mejor frío, ¿no?
25:03Quizá no merecía menos.
25:06Menos mal que es transfisión, porque yo me estoy imaginando ahora mismo si nos venimos arriba, después de estas lecturas,
25:11que empiecen a suceder accidentes en la escalera del Auditorio Nacional.
25:16No sé, me entran escalofríos.
25:18Maravillosas las voces de Alejandría. Muchísimas gracias. La semana que viene repetimos.
25:22Beso.
25:24Gracias.
25:33Por parte del Grupo Alejandría, hoy han participado
25:37Julián Salgado, José Francisco Serrano, Carlos Álvarez Rubio, Araceli González Campa,
25:45Edith Rodríguez Cachera y Ángeles Caballero.
26:03Pues así cerramos la última ventana de esta semana.
26:06Volvemos a abrirla, como siempre, el lunes a las 4, las 3 en Canarias.
26:10Mientras, disfruten de la radio del fin de semana. Un beso.