La indignación de los afectados está más que justificada, llevan una semana sacando el barro con sus propias manos, sin comida, sin agua y muchos sin localizar todavía a los que les faltan. Pero esa comprensible indignación debe encontrar sus cauces y, sobre todo, nunca debe ser utilizada para los que no piensan en la solidaridad, sino que encuentran en la tragedia la mejor fórmula para desestabilizar y crear el estado de confusión propicio para generar desconfianza en la política.
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00:00Esta madrugada les saludamos desde la capital de Estados Unidos. Hola, muy buenos días,
00:04porque faltan poco más de 24 horas para que abran los colegios electorales y para que
00:09culmine un proceso electoral que mantiene al mundo en vilo. Un proceso electoral que
00:13ha tenido de todo, un candidato retirado y otro montado en la mentira, el insulto y la
00:18descalificación galopando hacia un terreno desconocido. Desconocido porque una victoria
00:22de Trump en las elecciones de mañana sería la victoria de alguien dispuesto a ajustar
00:27cuentas, de alguien que ya conoce la administración por dentro y de alguien que en estos últimos
00:31cuatro años ha tenido capacidad para armarse y derrodearse de aquellos dispuestos a llevar
00:36a la administración estadounidense a un lugar ignoto cuyas consecuencias repercutirían
00:41en todo el mundo. Lo que pase mañana aquí hace que medio mundo contenga la respiración,
00:46pero mientras hay un lugar en España donde su preocupación no es la gran geopolítica,
00:51su preocupación es la supervivencia. Ahora, casi una semana después del paso de la dana
00:55sale a flote la indignación de los que durante este tiempo se han sentido abandonados. Cuando
01:00todo esto pase, cuando en Paiporta, en Alfafar o en Chivas se recupere algo parecido a la
01:05normalidad, aunque nunca será la normalidad de antes, habrá que analizar e investigar
01:10de una manera muy exhaustiva qué es lo que ha pasado en la previsión, en las alarmas
01:15y en la gestión de la tragedia. Es evidente que son muchas las cosas que han fallado,
01:19no estamos hablando de una zona remota ni de unas características orográficas que
01:23dificulten el acceso, estamos hablando de localidades pegadas a la ciudad de Valencia,
01:28a pocos kilómetros del centro de la ciudad, pero que desde el martes se han alejado miles
01:32de kilómetros. La indignación de los afectados está más que justificada, llevan una semana
01:37sacando el barro con sus propias manos, sin comida, sin agua y muchos sin localizar todavía
01:42a los que les faltan, pero esa comprensible indignación debe encontrar sus cauces y sobre
01:48todo nunca debe ser utilizada para los que no piensan en la solidaridad, sino que encuentran
01:53en la tragedia la mejor fórmula para desestabilizar y crear el estado de confusión propicio para
01:59generar desconfianza en la política. Y esto es lo que pasó ayer en Paiporta, donde a
02:03los vecinos desesperados se unió una ola de aprovechados que tienen un sentido especial
02:08para captar y capitalizar los descontentos. Y todo esto con el sonido de fondo de algunas
02:13declaraciones políticas y mediáticas que contribuyen a generar ese caldo en el que
02:18chapotean muy a gusto demagogos y populistas. Cuando la tragedia es de tales dimensiones,
02:23cuando la emoción y la vulnerabilidad de los afectados están tan a flor de piel,
02:28hay que ser especialmente cuidadoso y sobre todo aquellos que tienen algún tipo de responsabilidad
02:33en la política o en los medios. Si no, en el terreno que se abona,
02:37crecen los que pretenden destruir la democracia.