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Definir a Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, Cantabria, 1977) es casi tan complejo como hacerlo con su cine. Todo está ahí, en algún lugar, pero ha sido sepultado bajo capas y capas de otros tantos todos que, al mismo tiempo, han sido pasados por una batidora gigante hasta producir un mejunje indeterminado. Uno de esos que no está claro que se deba probar y al que, sin embargo, uno no puede renunciar desde el primer contacto con las papilas gustativas. No sin cierta culpabilidad. Pero ante el placer...

Daniela forever, su primera película desde 2016 y que llega a los cines este viernes, no es más que eso: capas y capas bajo las cuales acabar difuminando cualquier línea que separe la más cruda realidad de la más disparata ficción. A Daniela la atropella un coche, muere y la vida pierde todo el sentido para Nicolas, su novio. Hasta que encuentra un ensayo clínico, una pastilla, para monitorizar sus sueños, diseñar una nueva relación y modificar un mundo onírico hasta convertirlo en su vida.

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Transcripción
00:00Soy muy sensible a ese tipo de miedo por el que todos pasamos
00:05y que me atrevería a decir que cada vez es más palpable y más hondo
00:10porque cada vez es más difícil, por cuestiones ya puramente económicas
00:16o de demanda de trabajo, trascender ese momento de tu vida
00:19en el que no sabes quién eres, ni qué eres, ni si eres o no un fraude.
00:26Todo es mi respeto siempre y toda mi complicidad con la gente que se encuentra en esa situación.
00:36A esta edad que tengo, yo sería un cretino si yo tuviera esos miedos
00:40y si los tuviera los negaría porque está prohibido.
00:44Pudiendo dedicarme a esto y pudiendo tener la suerte de que ahora me estés entrevistando
00:50porque esté en una película, a mi edad yo sería un cretino
00:54si intentara apropiarme del miedo que yo le aplico a este personaje, Daniela,
00:59y que me parece que obedece a otras circunstancias distintas.
01:02No puedo apropiarme de eso.