El niño del tambor o El tamborilero es un villancico tradicional de origen checo, traducido libremente al inglés en 1941.
En él se cuenta la historia de un niño pobre (Aarón) que, luego de un largo viaje por el desierto llega hasta el lugar donde nacería el Salvador y al no tener para darle un regalo al niño Jesús, toca su tambor para el recién nacido.
Esta historia ha tocado los corazones de las familias en todas partes. En este clásico de la Navidad, el verdadero espíritu de la Navidad se manifiesta cuando un solo huérfano tropieza en el nacimiento del niño Jesús, y afirma lo que realmente significa la Navidad: compartir y amar.
Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.
Los villancicos nos recuerdan la alegría del nacimiento de Cristo.
Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que la cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades.
En él se cuenta la historia de un niño pobre (Aarón) que, luego de un largo viaje por el desierto llega hasta el lugar donde nacería el Salvador y al no tener para darle un regalo al niño Jesús, toca su tambor para el recién nacido.
Esta historia ha tocado los corazones de las familias en todas partes. En este clásico de la Navidad, el verdadero espíritu de la Navidad se manifiesta cuando un solo huérfano tropieza en el nacimiento del niño Jesús, y afirma lo que realmente significa la Navidad: compartir y amar.
Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.
Los villancicos nos recuerdan la alegría del nacimiento de Cristo.
Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que la cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades.
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