Hungría: se cuentan por miles pero son algo más que cifras

  • hace 9 años
A la espera de que las autoridades húngaras fleten los últimos autobuses para llevarles hasta la frontera austríaca, algunos refugiados cuentan su historia a los pocos medios autorizados, como Raes Waleed Abdullah, procedente de Mosul en Irak:

“Cada día, el grupo Estado Islámico impone nuevas leyes haciendo de nuestro vidas un infierno. No tenemos medios para sobrevivir, ni electricidad. Nos fuerzan a vivir según un modo de vida que no es el nuestro. No podemos vestirnos ni vivir como antes, rechazan nuestras tradiciones, nuestros santos, nuestros profetas. No queremos vivir así.”

Abdullah tuvo que vender su apartamento y su taxi para obtener el dinero necesario que requería el largo éxodo hasta Europa. Su mujer, Hala Khalil, madre de tres hijos, cuenta que, en Mosul, no salir a la calle si no iba acompañada por un hombre. Si mi marido trabajaba, debía quedarse en casa, ni siquiera podía ir a recoger a los niños al colegio. Los que desobedecían al grupo Estado Islámico eran arrojad

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