Barcelona, 06 may (efesalud.com). La doctora Carmen Sala Salmerón, especialista en calidad de vida de las mujeres de la Clínica barcelonesa Gine-3, expone en este vídeoblog las dos causas principales por las que las madres llevan a sus hijas pequeñas a una consulta ginecológica: una posible infección, vulvovaginitis por hongos o bacterias, y la pérdida ocasional de flujo sanguíneo.
Muy pocas veces una pediatra deriva a una niña a ginecología, pero cuando lo hacen es porque la pequeña "tiene algo raro". Son excepciones que las madres multiplican en función de sus temores.
"Cuando entran en mi consulta, rodeo a la niña del ambiente más familiar. La madre, a su lado en todo momento. La simpatía y el cariño, a borbotones. Desaparecen las perneras que empleo para jovencitas y mujeres y si es necesario me quito la bata blanca. Apago hasta el foco", expone.
Es el momento de la delicadeza.
"Le enseño mi muñeco ranita y lo tiendo en la camilla. Le digo a la niña que se tiene que tumbar como la ranita y abrir las piernecitas de igual forma", nos muestra.
Carmen sabe que si a una niña le hablas como a una persona adulta responde de maravilla.
"Tengo que saber qué te pasa y tú me tienes que ayudar. Tienes pupita y tengo que mirarte... ves, no llevo aparatos en las manos, solo te voy a mirar... ¿vale?", sonríe.
¿Y cuáles suelen ser las causas por las que es necesario observar los genitales a una niña pequeña?
"Las vulvovaginitis por bacterias y hongos. aparecen entre los seis y los diez años de edad porque los genitales tienen una escasa impregnación estrogénica, con lo que sus defensas naturales son más bajas. Es una vagina fácil de colonizar", explica.
La vulvovaginitis dan la cara con manchas amarillentas en las braguitas.
"Es normal que la mamá haya notado que su hija se muestre inquieta o molesta; se toca en la zona vaginal con asiduidad, algo que causa contrariedad. Son picores. No hay que regañarlas", opina.
Carmen también explora a niñas que sufren pérdidas de sangre ocasionales.
"Supongo que todas las mamás saben que durante los primeros meses de vida las niñas pueden tener pequeñas pérdidas de sangre por la vagina debidas al paso de los estrógenos maternos a través de la placenta", apunta.
Sin embargo, detrás de una pérdida sanguínea suele hallarse un cuerpo extraño.
"Las niñas se meten objetos por la boca, por la oreja y, por qué no, por la vagina. Los ginecólogos los extraemos con sumo cuidado, siempre con su colaboración", expone.
Otras veces acuden porque las madres están preocupadas por los dolores de barriga recurrentes.
"En plan juego les hacemos una ecografía. A veces solo han sufrido un traumatismo vulvar en el columpio, pero las madres quieren estar seguras de que la lesión no va a ir más allá de un simple moretón", atestigua.
La doctora Sala aprovecha este vídeoblog para ofrecernos algunos consejos.
"Las niñas se sienten más independientes cuando les quitamos el pañal y no quieren que les acompañemos al cuarto de baño: No, mamá... yo, yo, yo, yo sola", dice.
Es bueno y deseable, pero tan recomendable como:
Enseñarlas a hacer pipí. Se tienen que sentar en el inodoro, abrir las piernas y deben inclinar su cuerpo, siempre, hacia adelante, para que la orina no penetre en el interior de la vagina.
Se tienen que lavar las manos con asiduidad, sobre todo después de jugar con la tierra o después de hurgarse en los orificios nasales o tocarse la boca con los dedos, donde existen un gran número de bacterias.
La higiene íntima se efectuará con jabones especiales al menos una vez al día; o dos o más si hacen 'caquita'.
El lavado genital se tiene que hacer con las manos limpias y sin usar esponjas. Mejor a chorro de ducha que sentadas en el bidé.
Las braguitas deben ser de algodón, las de toda la vida.
Por último, la doctora Sala insiste en la importancia del hábito de orinar con frecuencia, costumbre que no pasaría facturas en la edad adulta.
"Las niñas son absolutamente 'retencionistas', es decir, hacen pipí una vez por la mañana y otra por la noche; rutina que condiciona el tamaño de las vejigas; se hacen más grandes. Hay que enseñarles a hacer pipí cada dos o tres horas. No se tienen que aguantar porque estén en el colegio o en casa de una amiguita", observa.
Para nuestra gineperiodista, los hábitos higiénicos y saludables de las niñas pequeñas, inculcados con el cariño de su madre, de su padre, de un pediatra o de una ginecóloga, conseguirán que sean más felices en todas las etapas de su vida.
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Muy pocas veces una pediatra deriva a una niña a ginecología, pero cuando lo hacen es porque la pequeña "tiene algo raro". Son excepciones que las madres multiplican en función de sus temores.
"Cuando entran en mi consulta, rodeo a la niña del ambiente más familiar. La madre, a su lado en todo momento. La simpatía y el cariño, a borbotones. Desaparecen las perneras que empleo para jovencitas y mujeres y si es necesario me quito la bata blanca. Apago hasta el foco", expone.
Es el momento de la delicadeza.
"Le enseño mi muñeco ranita y lo tiendo en la camilla. Le digo a la niña que se tiene que tumbar como la ranita y abrir las piernecitas de igual forma", nos muestra.
Carmen sabe que si a una niña le hablas como a una persona adulta responde de maravilla.
"Tengo que saber qué te pasa y tú me tienes que ayudar. Tienes pupita y tengo que mirarte... ves, no llevo aparatos en las manos, solo te voy a mirar... ¿vale?", sonríe.
¿Y cuáles suelen ser las causas por las que es necesario observar los genitales a una niña pequeña?
"Las vulvovaginitis por bacterias y hongos. aparecen entre los seis y los diez años de edad porque los genitales tienen una escasa impregnación estrogénica, con lo que sus defensas naturales son más bajas. Es una vagina fácil de colonizar", explica.
La vulvovaginitis dan la cara con manchas amarillentas en las braguitas.
"Es normal que la mamá haya notado que su hija se muestre inquieta o molesta; se toca en la zona vaginal con asiduidad, algo que causa contrariedad. Son picores. No hay que regañarlas", opina.
Carmen también explora a niñas que sufren pérdidas de sangre ocasionales.
"Supongo que todas las mamás saben que durante los primeros meses de vida las niñas pueden tener pequeñas pérdidas de sangre por la vagina debidas al paso de los estrógenos maternos a través de la placenta", apunta.
Sin embargo, detrás de una pérdida sanguínea suele hallarse un cuerpo extraño.
"Las niñas se meten objetos por la boca, por la oreja y, por qué no, por la vagina. Los ginecólogos los extraemos con sumo cuidado, siempre con su colaboración", expone.
Otras veces acuden porque las madres están preocupadas por los dolores de barriga recurrentes.
"En plan juego les hacemos una ecografía. A veces solo han sufrido un traumatismo vulvar en el columpio, pero las madres quieren estar seguras de que la lesión no va a ir más allá de un simple moretón", atestigua.
La doctora Sala aprovecha este vídeoblog para ofrecernos algunos consejos.
"Las niñas se sienten más independientes cuando les quitamos el pañal y no quieren que les acompañemos al cuarto de baño: No, mamá... yo, yo, yo, yo sola", dice.
Es bueno y deseable, pero tan recomendable como:
Enseñarlas a hacer pipí. Se tienen que sentar en el inodoro, abrir las piernas y deben inclinar su cuerpo, siempre, hacia adelante, para que la orina no penetre en el interior de la vagina.
Se tienen que lavar las manos con asiduidad, sobre todo después de jugar con la tierra o después de hurgarse en los orificios nasales o tocarse la boca con los dedos, donde existen un gran número de bacterias.
La higiene íntima se efectuará con jabones especiales al menos una vez al día; o dos o más si hacen 'caquita'.
El lavado genital se tiene que hacer con las manos limpias y sin usar esponjas. Mejor a chorro de ducha que sentadas en el bidé.
Las braguitas deben ser de algodón, las de toda la vida.
Por último, la doctora Sala insiste en la importancia del hábito de orinar con frecuencia, costumbre que no pasaría facturas en la edad adulta.
"Las niñas son absolutamente 'retencionistas', es decir, hacen pipí una vez por la mañana y otra por la noche; rutina que condiciona el tamaño de las vejigas; se hacen más grandes. Hay que enseñarles a hacer pipí cada dos o tres horas. No se tienen que aguantar porque estén en el colegio o en casa de una amiguita", observa.
Para nuestra gineperiodista, los hábitos higiénicos y saludables de las niñas pequeñas, inculcados con el cariño de su madre, de su padre, de un pediatra o de una ginecóloga, conseguirán que sean más felices en todas las etapas de su vida.
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