La ayuda humanitaria de la Sanidad Militar española

  • hace 7 años
Madrid, 31 ene (efesalud.com). El general médico Manuel José Guiote Linares, jefe de la Brigada de Sanidad del Ejército de Tierra, subraya en este videoblog la trascendencia de las acciones sanitarias y de seguridad de los militares españoles durante las misiones internacionales de ayuda humanitaria, como pueden atestiguar los más de 30.000 heridos atendidos tras un conflicto bélico o una catástrofe natural.

A lo largo de los años se ha debatido mucho sobre si las FF.AA. deben participar o no en las misiones de ayuda humanitaria, algo que en opinión del general médico es una controversia que no tiene mucho recorrido dialéctico, ya que "los militares aportan disponibilidad absoluta desde el minuto cero para afrontar los estragos de una tragedia en cualquier país del mundo".

"Tenemos la preparación, la instrucción y los medios necesarios; somos profesionales, es decir, nada ni nadie nos determina por condicionantes políticos o creencias religiosas; y nuestra disciplina y disponibilidad nos convierten en hombres y mujeres que trabajamos las 24 horas del día por el bien común", dice.

El general médico Guiote, Medalla de Naciones Unidas por sus méritos en el mantenimiento de la Paz en Bosnia después de la Guerra de los Balcanes, pone algunos ejemplos para acreditar "el valor añadido de los militares en misiones de ayuda humanitaria".

En junio de 1999, y como miembro de la KFOR, fuerza militar multinacional creada para la mantener la Paz en Kosovo tras la resolución 1244 del consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se estrenó con un hecho paradójico.

"Reconocíamos la zona asignada y un hombre nos llamó su atención con gritos y aspavientos. Vivía en una tienda de campaña con su mujer, que había sufrido la amputación de las piernas por una bomba de la OTAN, y sus siete hijos pequeños. Solo quería una silla de ruedas para su esposa, que se arrastraba por el suelo", señala.

"Intenté conseguir la silla a través de las agencias humanitarias, pero fue imposible debido a la burocracia -apunta-. Entonces pasé a la acción directa. Moví los hilos oportunos y esa mujer, condenada a vivir sin piernas por las bombas, tuvo su silla de ruedas. Solo es un ejemplo, pero demuestra cómo funciona el Ejército español".

Tras el conflicto de Albania, a mediados de 1997, y al amparo de la resolución 1101 de la ONU, los soldados sanitarios españoles atendieron a más de 5.000 personas con enfermedades y heridas de todo tipo.

"Éramos su última esperanza. Nos traían a familiares enfermos desde 80 o 100 kilómetros de distancia, muchos de ellos desahuciados. Los que allí no tenían posibilidades de curación, incluso los trasladábamos a España, como fue el caso de diez niños con problemas auditivos graves o enfermedades cardíacas congénitas", rememora.

Además de nuestros cuidados médicos, el uniforme también sirvió para mejorar "decisivamente" la calidad asistencial en sus depauperados centros hospitalarios o la vida en sus pueblos.

La mafia local albanesa tenía sometido al personal sanitario y disponía a su antojo de los envíos de la ayuda humanitaria internacional.

"Si el paciente del quirófano era uno de los suyos, el cirujano operaba con una pistola apuntándole a la cabeza. No podía fallar porque el precio era su ejecución", cuenta.

Los militares españoles hicieron una demostración de fuerza y la mafia no volvió a causar molestias.

"La ayuda humanitaria llegó a quien tenía que llegar y los médicos volvieron a su trabajo sin la presión de las balas", destaca el general.

Durante los terremotos de Turquía, en Izmit, 1999, con 17.000 muertos y un millón de damnificados, o el de Pakistán, en Cachemira, 2005, "una catástrofe de proporciones bíblicas" -recuerda-, donde fallecieron 86.000 y resultaron heridas otras 106.000, con más de tres millones sin hogar, atendieron a miles y miles de personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos.

Pero siempre tiene en sus pensamientos a los más pequeños, como los que conoció en las inundaciones de Mozambique del año 2000. Su ayuda se concentró en devolverles su día a día, aunque solo fuera proporcionándoles un baño con agua cristalina.

"Los militares valemos para un roto y un descosido", afirma con una sonrisa, aunque reconoce que la calidad de sus acciones ha mejorado, y mucho, con el paso de los años, como también ha sucedido con la cooperación civil y el trabajo de las ONG.

"Ya no recibimos bultos que incluyen cajas de galletas, zapatillas deportivas y trajes de flamenca", apunta.

Para el general médico Guiote, la clave de las Unidades militares sanitarias está en que "transmiten la esperanza y la seguridad de que llegarán a las zonas destruidas para socorrer a los damnificados sin condiciones".

La ayuda humanitaria de las FF.AA. no solo se ha convertido en la vanguardia médica del Ejército, sino que es un elemento "imprescindible" de su visibilidad y un agente "tremendamente importante" de la política exterior de España, concluye.

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