• hace 6 años
Por cuarto sábado consecutivo, los 'chalecos amarillos' inundaron las calles de Francia para protestar por la subida de los carburantes, por la pérdida de servicios públicos y, sobre todo, por la pérdida de poder adquisitivo de la clase media.

125.000 indignados franceses tomaron las calles el 8 de diciembre de 2018. La mayor parte se concentró en París aunque la policía blindó varias ciudades antes las jornadas de protestas. Especialmente amplio fue el despliegue en Toulouse, donde tan solo una semana antes los altercados dejaron numerosos daños materiales, coches y negocios incendiados y más de medio centenar de heridos, la mayoría de ellos policías.

En esta ocasión, fueron 2.000 los ataviados con chalecos amarillos. Las fuerzas de seguridad registraban las mochilas y bolsos de todos los viandantes que se acercaban al centro de la ciudad desde primera hora de la mañana. Sin embargo, eso no impidió que la protesta volviera a derivar en altercados. Acciones rápidas para volver al recorrido de la marcha amarilla y evitar una batalla campal contra las fuerzas del orden en una ciudad plagada de turistas.

Varios grupos de radicales se salían del cerco policial para montar barricadas, quemar contenedores, reventar marquesinas y arrojar adoquines contra los locales y negocios que permanecían abiertos.

Aún así, los enfrentamientos se produjeron. Los manifestantes atacaron con palos, piedras y fuego, y la policía respondió con escudos, porras, gas y pelotas de goma. Fueron varias decenas las personas heridas y una veintena los detenidos.

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