Eran las cuatro y media de la madrugada cuando el coche bomba hizo explosión a las puertas de la comisaría de la Ertazaintza en Ondarroa. No hubo aviso previo y por tanto ninguna posibilidad de evacuar la zona. Dos terroristas llegaron hasta la entrada de la comisaría en un Peugeot 307, dejaron el vehículo en la calle con el maletero orientado hacia el edificio y las puertas abiertas. Antes de huir a pie, lanzaron dos cócteles molotov para hacer salir al mayor número posible de agentes. Momentos después el coche bomba hizo explosión. En el maletero había alrededor de 100 kilos de explosivos. El consejero de Interior del Gobierno vasco ha explicado que los terroristas han dejado el coche en la carretera, con la parte trasera apuntando a la comisaría, y, al salir, antes de huir, han arrojado dos cócteles molotov contra la comisaría con la intención de hacer salir a los ertzainas y que la explosión les pillara de lleno. La comisaría de Ondarroa se encuentra situada en una zona aislada, separada del núcleo urbano por la ría de Artibai. La onda expansiva fue tan fuerte que alcanzó decenas de coches, fachadas de comercios y viviendas en la otra orilla. La Policía analiza ahora los restos del coche bomba que se han quedado desperdigados por la zona y los que han logrado rescatar de la ría. Se analizan también las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de la comisaría. Según fuentes de la investigación, el atentado de Ondarroa y el de Vitoria podrían haber sido cometidos por el mismo comando.
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