Desnudar a los prisioneros antes del interrogatorio, vendarles los ojos, no dejarles dormir más de 4 horas seguidas son algunas de las vejaciones que el ejército británico cometió en Iraq. Y lo peor de todo es que esos procedimientos figuraban en un manual. Prácticas que violan la convención de Ginebra y que han escandalizado al Reino Unido.El manual del buen interrogador británico dice que hay que humillar, provocar desorientación, inseguridad, agotamiento, ansiedad y miedo. Antes de proceder, el prisionero o debe desnudarse o se le desnuda a la fuerza en el lugar más desagradable posible y sin testigos. Además, hay que cerrarles vista y oído. Los manuales inciden en que la privación sensorial no sólo es legal, sino necesaria. Lo mismo que no dejar dormir más de cuatro horas a los prisioneros. Las humillaciones pueden llegar a situaciones como la de obligar a los presos a realizar actos homosexuales. Incluso hay un apartado en el que se muestra cómo conseguir la asfixia posicional, tumbando al prisionero boca a bajo, apoyando las rodillas en su espalda y tirando de la capucha hacia atrás. Así no se dejan huellas. Básicamente son las enseñanzas que el ejército británico ha ido recogiendo en Borneo, Malasia, Arabia Saudí, Palestina, Chipre e Irlanda del Norte. La parte positiva: los británicos ya no torturan en Iraq, abandonaron el país hace un año.
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