La cala Benirrás, cerca de donde comenzó el incendio es frecuentada por mucha gente que cada día encuentra allí el lugar propicio para la diversión. El sonido de los tambores ponía música todos los domingos allí a la puesta de sol. Un espectáculo visual y sonoro que convirtió a la ibicenca cala Benirrás en una concentración masiva de turistas. Aguas transparentes y arena tostada en un entorno prácticamente virgen. Un encanto que ha transformado varias cuevas de la cala en la residencia de una comunidad hippy y en el punto de encuentro de muchos turistas que abarrotaban la playa. El incendio del domingo sorprendió a la cala con unas 1500 personas en 150 metros de largo y 50 de ancho. Tal masificación ya obligaba a la policía incluso a regular el tráfico en un paraje natural como este. Sucesos como este plantean si sería aconsejable controlar el acceso a calas protegidas. El presidente balear ha pedido que se controle la afluencia masiva a zonas como esta cala. Quienes allí viven aseguran que no tienen nada que ver con el fuego y que inculparles es una forma de aprovechar la situación para echarles de las cuevas.
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