• hace 5 años
Vestido de blanco, el monarca de Tailandia camina hacia su transformación divina. Un ritual solemne en el que recibe agua purificada de manos del patriarca budista.
el líquido de una fuente sagrada con el que limpia su cuerpo para una ceremonia de entronización de 28 millones de euros. El momento álgido, éste: sobre su cabeza casi siete kilos y medio de oro y diamantes en forma de corona, que representa la cima del Monte Meru, sagrado para algunas religiones. Con el bastón de mando en la mano, asegura que reinará con justicia y en beneficio de su pueblo. Ante él vuelve a postrarse su esposa desde hace dos días para convertirse oficialmente en la reina Suthida.
Al ritmo de trompetas, Rama X se dirige a su proclamación como patrón real del budismo. Más poder para un rey que desde su ascensión al trono en 2016, ha llevado a cabo maniobras para un giro hacia el absolutismo.

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