Carente de empatía, capaz de mentir sin remordimientos y de actuar con frialdad. Así han definido los peritos de la Acusación a Patrick Nogueira. En el juicio aseguraron que es capaz de distinguir entre el bien y el mal, de elegir y de entender las consecuencias de sus actos pero que esas consecuencias no le importan. El asesino de Pioz es, según la acusación, es un psicópata de libro. Sufre un trastorno de la personalidad que, se estima, afecta al uno por ciento de la población aunque, evidentemente, como se señaló en el juicio ni todos los psicópatas son asesinos ni todos los asesinos son psicópatas.
La cuestión que se ha tenido que dirimir en el proceso ha sido si Patrick Nogueira es responsable de ese comportamiento, si entiende lo que ha hecho y si podría haber una explicación médica que lo exonerase de sus actos. Esa ha sido la baza que ha jugado la defensa: que una lesión cerebral lo convirtió en una persona capaz de hacer lo que hizo. Para justificar este argumento se ha recurrido al caso de Phineas Gage, un trabajador del ferrocarril que en el siglo XIX sufrió un terrible accidente en el que una barra de hierro le atravesó el cráneo. Sobrevivió pero su personalidad cambió y para mal. Los expertos de la acusación no han compartido esa tesis y afirman que si bien el caso ocurrió, Gage se volvió uraño y una persona poco de fiar, pero no se convirtió en asesino.
Lo que sí es cierto es que algunos estudios, recalcando la palabra "algunos", indican que los psicópatas tienen un cerebro diferente. Que sus conexiones entre la amígdala, que gestiona las emociones, y el lóbulo frontal, que se encarga del pensamiento racional, son menos densas en ellos y que no reaccionan ante estímulos que a las personas normales les provocan respuestas emocionales. Pero eso, según los expertos de la acusación, no implica que no sean capaces de saber lo que hacen o distinguir entre el bien y el mal. Es la tesis que ha aceptado como probada el jurado. Que el trastorno de la personalidad de Patrick Nogueira no le resta un ápice de culpabilidad o responsabilidad en el cuádruple crimen.
La cuestión que se ha tenido que dirimir en el proceso ha sido si Patrick Nogueira es responsable de ese comportamiento, si entiende lo que ha hecho y si podría haber una explicación médica que lo exonerase de sus actos. Esa ha sido la baza que ha jugado la defensa: que una lesión cerebral lo convirtió en una persona capaz de hacer lo que hizo. Para justificar este argumento se ha recurrido al caso de Phineas Gage, un trabajador del ferrocarril que en el siglo XIX sufrió un terrible accidente en el que una barra de hierro le atravesó el cráneo. Sobrevivió pero su personalidad cambió y para mal. Los expertos de la acusación no han compartido esa tesis y afirman que si bien el caso ocurrió, Gage se volvió uraño y una persona poco de fiar, pero no se convirtió en asesino.
Lo que sí es cierto es que algunos estudios, recalcando la palabra "algunos", indican que los psicópatas tienen un cerebro diferente. Que sus conexiones entre la amígdala, que gestiona las emociones, y el lóbulo frontal, que se encarga del pensamiento racional, son menos densas en ellos y que no reaccionan ante estímulos que a las personas normales les provocan respuestas emocionales. Pero eso, según los expertos de la acusación, no implica que no sean capaces de saber lo que hacen o distinguir entre el bien y el mal. Es la tesis que ha aceptado como probada el jurado. Que el trastorno de la personalidad de Patrick Nogueira no le resta un ápice de culpabilidad o responsabilidad en el cuádruple crimen.
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