El camino hacia Teba es un anticipo del desastre. Recorremos la carretera flanqueada por el barro. Más cerca encontramos la temida corriente del río de la Venta, el mismo que se desbordó, y al llegar al municipio malagueño nos reciben los restos de una riada que, incluso, arrastró consigo la vida de un bombero. José Gil, de 47 años y dos hijos, iba en un camión que salía de Antequera con dos compañeros. La lluvia les hizo volcar. Todos salieron por la ventanilla pero a él la fuerza del Arroyo del Hoyero lo engulló apareciendo a seis kilómetros. Hoy los efectos de la tormenta todavía se conservan en el interior de las casas inundadas y en un paisaje ensuciado por el fango y las ramas. Los vecinos trabajan para talar, limpiar y desatascar los motores que les han dejado sin agua en el pueblo. Dos días después siguen con las botas puestas.
-Redacción-
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