No podía dejar de robar todo y a todos

  • hace 5 años
Hola, él es Steve. Normalmente, las personas no hablan de cosas como esta. Les resulta vergonzoso o les da miedo. No, no temas, Steve no está loco. Él es… cleptómano. Comenzó como una defensa personal y se convirtió en una catástrofe para él. Esto es lo que ocurrió.

Steve recuerda cómo la idea apareció en su mente. No puede decir que realmente estuviera robando en aquel entonces, lo piensa como una pequeña venganza y espera que lo entiendas. Danny, un sujeto popular en su clase, siempre había tratado a sus amigos y a él como basura. Sus padres podían permitirse comprarle ropa más cara y otras tantas cosas. Pero Steve pensaba: ¿acaso eso hace a Danny mejor que yo? ¡NO!

Un día, Danny lo ridiculizó frente a toda la clase por su teléfono barato, y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Steve tomó el celular de su compañero del casillero y… huyó. Sintió una adrenalina indescriptible camino a casa. Se imaginaba a la policía rastreándolo y a Danny furioso al descubrir que había sido él. No podía llevarse el teléfono a su hogar, así que lo arrojó por el excusado de una cafetería.

Lo más extraño es que le gustó la sensación de tomar algo que no era suyo. Pronto, comenzó a robar cosas pequeñas de sus compañeros de clase. Lápices, bolígrafos, pines… Cada vez que lo hacía, se aterraba frente a la idea de que lo descubrieran o, peor, de que Danny se enterara por fin de que él había tomado su teléfono.
Pero ese sentimiento intenso se hacía cada vez más fuerte que la vergüenza y el miedo.

El paso siguiente fue robar cosas de lugares que no fueran su clase, como tiendas. Al principio, lo hacía una o dos veces al mes. Pronto, no podía salir de un lugar sin tomar algo “gratis”. Lo hacía cada vez que estaba estresado, para escapar de sus problemas diarios. Ya sabes, huir del drama adolescente no es nada comparado con escapar de las cámaras y la policía.

Descubrió que no necesitaba esas cosas, ni siquiera quería robarlas. Pero no podía detenerse. Se convirtió en su desastre personal. Sus manos lo hacían por cuenta propia. ¡Hasta solía abrir las cajas de cereales para quedarse con los juguetes que estas tenían cada vez que iba de compras!

Steve sabía que tenía un problema, pero debía solucionarlo por su cuenta. Robar no es un trastorno, se trata de una naturaleza criminal, o al menos eso creía él. Se imaginaba con un final triste en una celda. Sin futuro, sin salida.

Y, un día, conoció a Julie, la mejor chica del mundo. Era muy atractiva y dulce. Era diferente. Desde el día uno, Steve supo que ella nunca saldría con un cleptómano. Era una persona con estándares morales muy altos. Él estaba de acuerdo con casi todo lo que ella decía, PERO en el fondo sabía que no era ese tipo de persona.

Se esforzó para dejar de robar… Se entrenó para resistirse. Cuando entraba a una tienda, repetía dentro de su cabeza (y a veces hasta murmuraba): “No voy a robar, no voy a robar, no v

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