• hace 4 años
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Hola a todos. Me llamo Eric y tengo 17 años. Fingí ser gay para salvar mi amistad, pero solo empeoré las cosas…

Primero lo primero. Tengo una amiga llamada Sara. ¡Una mejor amiga, de hecho! Nuestras madres trabajaban para la misma empresa y también eran amigas, así que Sara y yo nos conocemos desde pequeños. Si bien tenemos la misma edad, siempre la vi como una hermana menor. Íbamos a la misma escuela y siempre nos ayudábamos y nos apoyábamos mutuamente. Ya habrás entendido que es una persona muy dulce. Yo compito en lucha grecorromana, y si bien a ella no le interesan los deportes, no se perdió ni una de mis competencias. Yo tenía la esperanza de que nuestra amistad durara para siempre, pero… Un día estábamos tomando algo en nuestra cafetería favorita y… Me confesó que me amaba. Estuve a punto de ahogarme con mi jugo… Supongo que ya comprenderás que solo la veía como mi mejor amiga, mi hermana menor… como cualquier cosa, menos mi novia. Le expliqué eso, pero… su reacción no fue muy positiva. Ese día corrió llorando a casa, literalmente.

Cielos, fue muy doloroso pasar por algo así. Sara era una de las personas que más quería. Sentía el dolor que ella sentía, tal vez me dolía el doble que a ella. Pero ¡¿qué podía hacer si no me gustaba de esa manera?! La verdad más amarga es mejor que la mentira más dulce. Sin embargo, tenía que encontrar una manera de consolarla. Quería que entendiera que ella no era el problema: realmente es una chica muy linda. Era un asunto más bien psicológico. Pero creo que, si hubiera dicho algo como “tú no eres el problema”, se habría preocupado aún más. Por cierto, puedes contarme en los comentarios qué habrías hecho en esta situación. En fin, no te torturaré más con la espera… En un punto, se me ocurrió una ida muy inusual: decidí fingir ser gay para que se sintiera mejor. Piénsalo: era una solución inmediata a mi dilema. Ella entendería que no era el problema y seguiríamos siendo amigos como antes. Siguiendo mi plan genial, fui a su casa después de la escuela.
¿Y qué crees que pasó? ¡El plan funcionó! Fuimos a su habitación, le conté que era gay, y su cara triste se transformó en una alegre de inmediato. En ese momento, me sentí muy “inteligayte”. Obviamente agregué que, si no fuera gay, sin duda saldría con ella. Pude sentir cómo su corazón se derretía. Lo único que me molestó

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