Mis padres me dejaron sola en casa y se fueron para siempre. Tenía 6 años

  • hace 5 años
¡Hola! Me llamo Amber, y tengo 13 años. ¿Alguna vez alguien te traicionó? Espero que no, pero seguro puedes imaginarte lo doloroso que es saber que tus padres nunca quisieron tenerte.

Imagínate… Abres los ojos una mañana, después de haber tenido otra pesadilla sobre monstruos torturándote, y no encuentras a tu familia en casa. Buscas a todos, los llamas y lloras. No hay mamá y no hay papá que vengan por ti y te tranquilicen. Bueno, eso me ocurrió cuando tenía 6 años.

Me asusté mucho. Vivíamos en el vecindario más pobre y en el departamento más pequeño jamás, pero en el momento en que me dejaron sola todo parecía enorme y lleno de monstruos. Recuerdo que lloré tanto que volví a quedarme dormida. Abría los ojos una y otra vez, veía que nadie había regresado y volvía a cerrarlos. Soñaba con monstruos que me decían que nadie me quería. Me sentía tan deprimida…

Los servicios sociales de las oficinas de protección infantil, o de alguna institución similar, me hallaron 2 días después. Supongo que mis vecinos me oyeron llorar y los llamaron. Me llevaron a un orfanato y, unos días después, una mujer me visitó. Dijo que era doctora, y que me ayudaría a aceptar que tendría que vivir en ese lugar por un tiempo.

El lugar no era malo…. era un completo desastre. Vivía con varios niños diferentes, y ninguno era amable conmigo. En una ocasión, una niña mayor llamada Vicky me acusó de ladrona porque encontró una barra de chocolate debajo de mi almohada. Dijo que una mujer que siempre la visitaba le había dado esa golosina, pero yo no lo sabía. Era mi primera semana allí, y había encontrado el chocolate en el suelo por pura casualidad, así que lo escondí para comerlo después. No sabía que era de alguien más o que no debía llevármelo. Pero eso no evitó que me castigaran.

De todas formas, los castigos no eran nuevos para mí. Mi papá siempre encontraba alguna razón para decir que había hecho algo mal. No entraré en detalles; solo diré que, hasta donde recuerdo, mi cuerpo siempre tenía algún moretón. No es que mi papá fuera malo, sino que, en términos de mamá, tenía problemas para autocontrolarse. Un día la encontré llorando. Me dijo que papá nos había dejado, y, como él era el sostén de la familia, pronto nos quedaríamos sin comida y dinero. Regresó tres o cuatro días después, pero los momentos que pasé sin él fueron sorprendentemente pacíficos para mí.

Pero, en esta ocasión, los dos se habían ido, y ni siquiera sabía qué había ocurrido. Pasaba todo el día hablando de ellos, y ninguno de los adultos en el orfanato sabía nada. En cuanto a los adultos… había personas que querían adoptar niños y nos visitaban con frecuencia. Nos miraban jugar, nos traían cosas sabrosas y hasta hablaban con algunos de nosotros. Me recordaba a una tienda de mascotas, donde miras a los cachorritos e intentas decidir cuál te simpatiza más. Yo no quería ser un perrito, y estaba con

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