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Su historia comenzó como un cuento, hace ya más de setenta años, cuando unos pastores beduinos se refugiaron en una cueva cerca del Mar Muerto, a unas doce millas de Jerusalén, en Qumrán.

En las cavidades de esa cueva y otras cercanas se escondían unos frascos de aspecto añejo, que guardaban cerca de novecientos pergaminos escritos en hebrero.

Más tarde, los expertos determinaron que aquello era el legado de la secta de los esenios, que lo habían escondido allí para evitar que los romanos los borrasen de la historia: hoy son los fragmentos más antiguos conocidos de la Biblia hebrea.

Desde entonces, los Rollos del Mar Muerto, que así se conocen en todo el mundo, se han convertido en una fuente inagotable de sabiduría y misterio, y los investigadores no dejan de escudriñarlos en busca de novedades.

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