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Hola, amigos. Me llamo Grace y tengo 17 años. Quiero contarles cómo chantajeé a mi mamá y cómo le conté la verdad a su esposo de todas formas. Ahora la echaron de la casa y no tiene ni un centavo, pero aún creo que hice lo correcto y no tengo ningún remordimiento.
La relación con mi mamá siempre ha sido muy difícil, ya que, en una ocasión, arruiné su vida amorosa. No con mi padre, nunca llegué a conocerlo. Pero, cuando yo tenía 6 años, ella salía con un hombre. Lo amaba mucho y tenían grandes planes para el futuro. El problema era que yo no estaba dentro de los planes de su prometido. No le caía nada bien; es más, me trataba bastante mal, decía que yo era una niña traviesa y malcriada. Pero ¿qué niña de 6 años es perfecta? ¿O acaso él creía que alguien de esa edad ya debe comportarse como un adulto? ¿Qué más esperaba de mí, que obtuviera un título en ciencias? Así que yo le respondía cosas desagradables, y eso comenzó a afectar su trato con mamá. Pronto se cansó de los problemas que yo le traía, y la relación empeoró. Mamá intentó arreglar las cosas, pero no hubo remedio: finalmente él la dejó. Para ella, yo era la responsable de la ruptura. Comenzó a tratarme mal. Decía que había tenido la oportunidad de construir un futuro feliz y que yo se la había quitado.
Los siguientes seis años fueron muy difíciles. Mamá era muy fría conmigo; más que familiares, parecíamos vecinas. Yo era una niña, extrañaba el cariño. Solo quería hablar con ella y contarle cómo me sentía, pero ella me gritaba y ni siquiera me escuchaba. Parecía que me guardaba rencor, y no podía hacer nada al respecto. Imagina lo duro que es para una niña vivir así. No dejaba de recordarme que vivíamos en malas condiciones por mi culpa. Yo pensaba que el amor de una madre era el sentimiento más fuerte del mundo, que una madre siempre estaba dispuesta a perdonar a sus hijos por cualquier cosa. Al parecer, mi mamá no era así. Perdió todo interés en mí. Pero, cuando llegué a los 12, noté un cambio en su comportamiento: se había vuelto más feliz. No por mí, claro está. Algo había pasado en su vida y no quería contarme qué era. Me di cuenta de que se trataba de una nueva relación. Un día, un hombre pasó por ella en un auto de lujo. Se me ocurrió que podía ser una oportunidad para arreglar nuestra relación. Ya tenía edad como para comprender mejor las cosas,
Hola, amigos. Me llamo Grace y tengo 17 años. Quiero contarles cómo chantajeé a mi mamá y cómo le conté la verdad a su esposo de todas formas. Ahora la echaron de la casa y no tiene ni un centavo, pero aún creo que hice lo correcto y no tengo ningún remordimiento.
La relación con mi mamá siempre ha sido muy difícil, ya que, en una ocasión, arruiné su vida amorosa. No con mi padre, nunca llegué a conocerlo. Pero, cuando yo tenía 6 años, ella salía con un hombre. Lo amaba mucho y tenían grandes planes para el futuro. El problema era que yo no estaba dentro de los planes de su prometido. No le caía nada bien; es más, me trataba bastante mal, decía que yo era una niña traviesa y malcriada. Pero ¿qué niña de 6 años es perfecta? ¿O acaso él creía que alguien de esa edad ya debe comportarse como un adulto? ¿Qué más esperaba de mí, que obtuviera un título en ciencias? Así que yo le respondía cosas desagradables, y eso comenzó a afectar su trato con mamá. Pronto se cansó de los problemas que yo le traía, y la relación empeoró. Mamá intentó arreglar las cosas, pero no hubo remedio: finalmente él la dejó. Para ella, yo era la responsable de la ruptura. Comenzó a tratarme mal. Decía que había tenido la oportunidad de construir un futuro feliz y que yo se la había quitado.
Los siguientes seis años fueron muy difíciles. Mamá era muy fría conmigo; más que familiares, parecíamos vecinas. Yo era una niña, extrañaba el cariño. Solo quería hablar con ella y contarle cómo me sentía, pero ella me gritaba y ni siquiera me escuchaba. Parecía que me guardaba rencor, y no podía hacer nada al respecto. Imagina lo duro que es para una niña vivir así. No dejaba de recordarme que vivíamos en malas condiciones por mi culpa. Yo pensaba que el amor de una madre era el sentimiento más fuerte del mundo, que una madre siempre estaba dispuesta a perdonar a sus hijos por cualquier cosa. Al parecer, mi mamá no era así. Perdió todo interés en mí. Pero, cuando llegué a los 12, noté un cambio en su comportamiento: se había vuelto más feliz. No por mí, claro está. Algo había pasado en su vida y no quería contarme qué era. Me di cuenta de que se trataba de una nueva relación. Un día, un hombre pasó por ella en un auto de lujo. Se me ocurrió que podía ser una oportunidad para arreglar nuestra relación. Ya tenía edad como para comprender mejor las cosas,
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