En Huizache, una comunidad de 60 familias de artesanos oaxaqueños, no hay dueño, no hay jefe, no hay salarios, no hay jerarquías, no hay intermediarios, pero sí hay respeto profundo por las tradiciones, por la historia, por el origen, por la tierra, y una evolución tecnológica que los ha llevado a enviar un contenedor con 70,000 artesanías hasta Japón.
Edgardo Villanueva es uno de los fundadores de Huizache, “Arte Vivo de Oaxaca”, una comunidad de artesanos de todas las regiones del estado que rompió todos los esquemas del sistema capitalista para hacer negocios.
Edgardo, que también cofundó La Casa de las Artesanías de Oaxaca, formada por 70 familias de artesanos, explica que llevan las artesanías directamente del productor al cliente final, quitando intermediarios que por muchos años se quedaban con la mayor parte de las ganancias.
En ambas comunidades, todos pasan por todos los puestos: desde lavar baños y hacer limpieza, hasta ser gerentes de tienda. Cada seis meses se desintegran los equipos y se forman equipos nuevos, de tal forma que todos aprendan a cumplir cualquier función y que conozcan todos los ámbitos del negocio. Las decisiones se toman de forma colegiada.
Con la pandemia, tuvieron que cerrar las tiendas físicas y limitarse a lo que vendían por internet. Se refugiaron en sus pueblos y regresaron a trabajar la tierra para el autoconsumo, para evitar cualquier contagio y para evitar gastos innecesarios. Su comunidad, basada en el respeto profundo de las tradiciones y de los ancestros, los protegió de la enfermedad y de la crisis económica.
Hoy, como cuenta Edgardo, están de regreso en las tiendas y siguen con ventas digitales llegando con sus artesanías oaxaqueñas a todo el mundo. Con la pandemia, aprendieron a replicar el esquema comunitario que usan con las artesanías para la venta de alimentos sustentables y llevarla también al mundo digital.
A ellos no los detuvo la pandemia. Siguen danzando, haciendo rituales a los dioses, trabajando. Como dice Edgardo: “No podemos darnos el lujo de quedarnos quietos. Si no trabajas hoy no comes.”
Edgardo Villanueva es uno de los fundadores de Huizache, “Arte Vivo de Oaxaca”, una comunidad de artesanos de todas las regiones del estado que rompió todos los esquemas del sistema capitalista para hacer negocios.
Edgardo, que también cofundó La Casa de las Artesanías de Oaxaca, formada por 70 familias de artesanos, explica que llevan las artesanías directamente del productor al cliente final, quitando intermediarios que por muchos años se quedaban con la mayor parte de las ganancias.
En ambas comunidades, todos pasan por todos los puestos: desde lavar baños y hacer limpieza, hasta ser gerentes de tienda. Cada seis meses se desintegran los equipos y se forman equipos nuevos, de tal forma que todos aprendan a cumplir cualquier función y que conozcan todos los ámbitos del negocio. Las decisiones se toman de forma colegiada.
Con la pandemia, tuvieron que cerrar las tiendas físicas y limitarse a lo que vendían por internet. Se refugiaron en sus pueblos y regresaron a trabajar la tierra para el autoconsumo, para evitar cualquier contagio y para evitar gastos innecesarios. Su comunidad, basada en el respeto profundo de las tradiciones y de los ancestros, los protegió de la enfermedad y de la crisis económica.
Hoy, como cuenta Edgardo, están de regreso en las tiendas y siguen con ventas digitales llegando con sus artesanías oaxaqueñas a todo el mundo. Con la pandemia, aprendieron a replicar el esquema comunitario que usan con las artesanías para la venta de alimentos sustentables y llevarla también al mundo digital.
A ellos no los detuvo la pandemia. Siguen danzando, haciendo rituales a los dioses, trabajando. Como dice Edgardo: “No podemos darnos el lujo de quedarnos quietos. Si no trabajas hoy no comes.”
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