Alfonso Rojo: "Lo de VOX ha sido una bendición para la libertad"

  • hace 3 años
Si son ustedes gente propensa al masoquismo y todavía siguen malgastando las veladas frente a la pantalla del televisor, viendo informativos infumables y debates sesgados, estarán muy familiarizado con el tertuliano de plantilla, que en general responde a dos modelos.

Uno es el afiliado a la ‘Brunete Pedrete’, que defiende a capa y espada al Gobierno Sánchez y a quien La Moncloa compensa, enchufando en diferentes cadenas públicas y concertadas, para que haga caja.

Otra especie es la del comentarista que no se traga los bulos oficiales ni bendice las pifias del tándem PSOE-Podemos, pero que antes de criticar a Pedro Sánchez, se siente obligado a sacudirle a Santiago Abascal.

Es el que alaba la Transición y defiende la Constitución, pero llama genocida a Franco, antes de decir que Cuba es una dictadura, jamás osa cuestionar la faceta siniestra del PNV como recogedor de nueces etarras, ni por asomo subraya el carácter racista del independentismo catalán, no se atreve a recordar el siniestro pasado guerracivilista y ladrón del PSOE y se revuelve incómodo si escucha que Podemos es un partido tan desquiciado como antidemocrático.

Cuando a Santiago Abascal se le pregunta por la clave de su popularidad, siempre contesta que se debe a que está "en sintonía con lo que piensan muchos millones de españoles".

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