La pera, el despelote, hubiera sido que el PP, presionado por los periodistas del pesebre monclovita y los pichaflojas de la prensa de centroderecha, hubiera acudido en auxilio de Sánchez, facilitando con su abstención que el PSOE sacara adelante esos tres decretos que la derechona de Junts y los chavistas de Podemos se negaban a aprobar.
No voy a entrar en el contenido de los textos legales que, según el zote Patxi López y el sectario Simancas, son el ungüento amarillo que arreglaría todos los problemas de los españoles.
Hay que ser muy pardillo para entrar en ese juego, porque la cosa no va de si las medidas son buenas o malas, sino de la desfachatez de los socialistas y sus secuaces.
Hay que tener caradura para plantearse, como han hecho Sánchez y sus sicarios, la posibilidad de que el denostado Partido Popular acudiera al rescate del Gobierno socialcomunista, cuando alguno de sus acólitos sube un punto el nivel de extorsión y dice que le dan más o no juega.
Hace mucho que el jefe del PSOE, aplaudido por su cuadrilla, levanta muros en torno a la oposición. Impulsar una ley de amnistía ilegal, negociar en el extranjero la soberanía nacional, reformar el Código Penal al dictado de los delincuentes, regalar Pamplona a los proetarras de Bildu o privilegiar la financiación de Cataluña sobre el resto de España, son sólo parte de sus tropelías.
El que despachara a Bolaños a intentar convencer a Cuca Gamarra de que los populares tienen la obligación moral de ayudarle, maniobra que reforzó Yolanda Díaz ‘trabajando’ por su cuenta a Borja Semper, además de desvergüenza, revela que en La Moncloa viven convencidos de que los populares son una panda de educados pagafantas.
Un entramado dúctil, maleable y vulnerable a la presión de los medios de comunicación, incapaz de decir ‘NO’ cuando se le chantajea con el señuelo de que es un ‘partido de Estado’ y por tanto debe ser ‘responsable’.
Comparto la tesis de Ayuso, Mazón o Abascal de que a este Gobierno infame no podemos darle respiro y que la única forma de acabar a medio plazo con la peste sanchista, es sacudiéndole por tierra, mar y aire, pero me da la impresión de que no todo el PP piensa lo mismo.
Vamos a ver como evolucionan las cosas en los próximos meses, pero mal haría Feijóo si no se mantiene firme y decidido a dar estopa a la Coalición Frankenstein hasta que es gavilla de maleantes aprenda tagalo.
No voy a entrar en el contenido de los textos legales que, según el zote Patxi López y el sectario Simancas, son el ungüento amarillo que arreglaría todos los problemas de los españoles.
Hay que ser muy pardillo para entrar en ese juego, porque la cosa no va de si las medidas son buenas o malas, sino de la desfachatez de los socialistas y sus secuaces.
Hay que tener caradura para plantearse, como han hecho Sánchez y sus sicarios, la posibilidad de que el denostado Partido Popular acudiera al rescate del Gobierno socialcomunista, cuando alguno de sus acólitos sube un punto el nivel de extorsión y dice que le dan más o no juega.
Hace mucho que el jefe del PSOE, aplaudido por su cuadrilla, levanta muros en torno a la oposición. Impulsar una ley de amnistía ilegal, negociar en el extranjero la soberanía nacional, reformar el Código Penal al dictado de los delincuentes, regalar Pamplona a los proetarras de Bildu o privilegiar la financiación de Cataluña sobre el resto de España, son sólo parte de sus tropelías.
El que despachara a Bolaños a intentar convencer a Cuca Gamarra de que los populares tienen la obligación moral de ayudarle, maniobra que reforzó Yolanda Díaz ‘trabajando’ por su cuenta a Borja Semper, además de desvergüenza, revela que en La Moncloa viven convencidos de que los populares son una panda de educados pagafantas.
Un entramado dúctil, maleable y vulnerable a la presión de los medios de comunicación, incapaz de decir ‘NO’ cuando se le chantajea con el señuelo de que es un ‘partido de Estado’ y por tanto debe ser ‘responsable’.
Comparto la tesis de Ayuso, Mazón o Abascal de que a este Gobierno infame no podemos darle respiro y que la única forma de acabar a medio plazo con la peste sanchista, es sacudiéndole por tierra, mar y aire, pero me da la impresión de que no todo el PP piensa lo mismo.
Vamos a ver como evolucionan las cosas en los próximos meses, pero mal haría Feijóo si no se mantiene firme y decidido a dar estopa a la Coalición Frankenstein hasta que es gavilla de maleantes aprenda tagalo.
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