Van a sacarle hasta los higadillos.
Carlos Alsina no tiene la menor duda de que a Pedro Sánchez le va a salir bien cara la legislatura.
El director de 'Más de Uno' (Onda Cero) alucina con el enfoque que están haciendo los independentistas de lo que supuso el procés y que ellos, a pesar de las imágenes de las revueltas en Cataluña, no piensan disculparse:
Se le dice a la sociedad que se reconcilie. Como si el procés hubiera sido una simple desavenencia, un encontronazo entre vecinos que ven las cosas de diferente forma. Ocurre que el procés fue un atropello. Gobernantes enardecidos con su mayoría absoluta y sus movilizaciones populares atropellaron al resto de los ciudadanos. No es frecuente pedirle al atropellado que se reconcilie con quien le atropelló, pero menos aún es pedírselo -o imponérselo- cuando los autores del atropello no lo han reconocido como tal y, en consecuencia, ni siquiera se han disculpado.
Detalla el periodista de la radio de Atresmedia que el PSOE fue contando una historia diametralmente opuesta:
Cuando el PSOE, allá por el mes de julio, abrió la puerta a la amnistía, la propaganda oficial insistía mucho en que era el independentismo el que había cambiado, que asumía que el procés fue un error, se comprometía a no volver a intentar la independencia por las bravas (eso que se ha dado en llamar, en la España del eufemismo, la vía unilateral), aceptaba el marco de la Constitución y no sé cuántas cosas más. El tiempo ha demostrado que nunca hubo nada de eso.
Y como muestra un botón:
Ayer mismo, mientras Sánchez predicaba en Barcelona la bondad de su amnistía para pasar página, Jordi Turull decía en El País: ‘Esto no es pasar página, lo que queremos es un nuevo empujón. Por supuesto que volvería a hacer el primero de octubre, y lo haría mejor. Salvador Illa no es más que el delegado del gobierno en Cataluña (entiéndase, un mandao). ¿Estabilidad de la legislatura? Lo nuestro va a tanto la pieza, el PSOE ya lo ha entendido’.
Tanto es así que la irrelevancia que tenían los golpistas a juicio del Gobierno Sánchez se ha transformado hasta el punto de ser imprescindibles para la gobernabilidad de España:
Antes de julio lo que dijera Turull no iba a ningún sitio; hoy lo entrevistamos en los medios en busca de las claves sobre la legislatura española. Antes de julio, Puigdemont era un juguete roto, carne de meme y de parodia. Hoy es el hombre que decide qué proyectos del gobierno prosperan y cuáles decaen.
Hoy vuelve a haber unas elecciones catalanas cuyo primer asunto es si el tipo vuelve o no vuelve. Pasar página, le llaman. Un nuevo empujón. Extraña forma de reconciliarse tiene los autores del atropello. No es tan difícil entender que si es a esto a lo que llaman reconciliación haya tantos atropellados sin voluntad alguna de reconciliarse.
Carlos Alsina no tiene la menor duda de que a Pedro Sánchez le va a salir bien cara la legislatura.
El director de 'Más de Uno' (Onda Cero) alucina con el enfoque que están haciendo los independentistas de lo que supuso el procés y que ellos, a pesar de las imágenes de las revueltas en Cataluña, no piensan disculparse:
Se le dice a la sociedad que se reconcilie. Como si el procés hubiera sido una simple desavenencia, un encontronazo entre vecinos que ven las cosas de diferente forma. Ocurre que el procés fue un atropello. Gobernantes enardecidos con su mayoría absoluta y sus movilizaciones populares atropellaron al resto de los ciudadanos. No es frecuente pedirle al atropellado que se reconcilie con quien le atropelló, pero menos aún es pedírselo -o imponérselo- cuando los autores del atropello no lo han reconocido como tal y, en consecuencia, ni siquiera se han disculpado.
Detalla el periodista de la radio de Atresmedia que el PSOE fue contando una historia diametralmente opuesta:
Cuando el PSOE, allá por el mes de julio, abrió la puerta a la amnistía, la propaganda oficial insistía mucho en que era el independentismo el que había cambiado, que asumía que el procés fue un error, se comprometía a no volver a intentar la independencia por las bravas (eso que se ha dado en llamar, en la España del eufemismo, la vía unilateral), aceptaba el marco de la Constitución y no sé cuántas cosas más. El tiempo ha demostrado que nunca hubo nada de eso.
Y como muestra un botón:
Ayer mismo, mientras Sánchez predicaba en Barcelona la bondad de su amnistía para pasar página, Jordi Turull decía en El País: ‘Esto no es pasar página, lo que queremos es un nuevo empujón. Por supuesto que volvería a hacer el primero de octubre, y lo haría mejor. Salvador Illa no es más que el delegado del gobierno en Cataluña (entiéndase, un mandao). ¿Estabilidad de la legislatura? Lo nuestro va a tanto la pieza, el PSOE ya lo ha entendido’.
Tanto es así que la irrelevancia que tenían los golpistas a juicio del Gobierno Sánchez se ha transformado hasta el punto de ser imprescindibles para la gobernabilidad de España:
Antes de julio lo que dijera Turull no iba a ningún sitio; hoy lo entrevistamos en los medios en busca de las claves sobre la legislatura española. Antes de julio, Puigdemont era un juguete roto, carne de meme y de parodia. Hoy es el hombre que decide qué proyectos del gobierno prosperan y cuáles decaen.
Hoy vuelve a haber unas elecciones catalanas cuyo primer asunto es si el tipo vuelve o no vuelve. Pasar página, le llaman. Un nuevo empujón. Extraña forma de reconciliarse tiene los autores del atropello. No es tan difícil entender que si es a esto a lo que llaman reconciliación haya tantos atropellados sin voluntad alguna de reconciliarse.
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