Lo tiene de color hormiga.
Pedro Sánchez, si aún no es consciente, debe empezar a serlo y percatarse de un hecho capital.
Y es que el haber sido investido como presidente del Gobierno a mediados de noviembre de 2023 no es, precisamente, un cheque en blanco para poder hacer y deshacer a su antojo.
Cualquier cuestión que pretenda sacar adelante en sede parlamentaria, por muy nimia que sea, tiene que asegurarse el apoyo de todas las formaciones que votaron afirmativamente para que estuviese en La Moncloa o, en todo caso, intentar convencer al PP en el caso de no tener a sus aliados de investidura a su lado.
Pero esta semana del 20 al 26 de mayo de 2024 se ha llevado varios reveses.
Primero, en el último momento, el Ejecutivo socialcomunista tuvo que retirar la Ley del Suelo porque no se la iban a aprobar ni sus socios ni el PP.
Pero antes vio como también Sumar le tiraba abajo la ley contra el proxenetismo.
¿Consecuencia? Que Sánchez puede ostentar el papel de presidente del Gobierno, pero siempre a expensas del capricho de quienes le invistieron y le sostienen en la poltrona.
Vicente Vallés, en su informativo del 23 de mayo de 2024 en Antena 3 lo resumió a la perfección:
Es obvio que Pedro Sánchez consiguió los votos necesarios para su investidura el pasado mes de noviembre, pero no es tan obvio que el presidente disponga de los votos necesarios para tener una legislatura. Sí puede adoptar ese tipo de decisiones llamativas y polarizadoras que sólo dependen de su propia voluntad, como retirar a la embajadora española de Argentina o reconocer al Estado palestino, pero cuando está obligado a pasar por el Parlamento ya no es tan fácil. Es seguro que Pedro Sánchez está en el Gobierno, no es seguro que pueda gobernar de forma estable.
Pedro Sánchez, si aún no es consciente, debe empezar a serlo y percatarse de un hecho capital.
Y es que el haber sido investido como presidente del Gobierno a mediados de noviembre de 2023 no es, precisamente, un cheque en blanco para poder hacer y deshacer a su antojo.
Cualquier cuestión que pretenda sacar adelante en sede parlamentaria, por muy nimia que sea, tiene que asegurarse el apoyo de todas las formaciones que votaron afirmativamente para que estuviese en La Moncloa o, en todo caso, intentar convencer al PP en el caso de no tener a sus aliados de investidura a su lado.
Pero esta semana del 20 al 26 de mayo de 2024 se ha llevado varios reveses.
Primero, en el último momento, el Ejecutivo socialcomunista tuvo que retirar la Ley del Suelo porque no se la iban a aprobar ni sus socios ni el PP.
Pero antes vio como también Sumar le tiraba abajo la ley contra el proxenetismo.
¿Consecuencia? Que Sánchez puede ostentar el papel de presidente del Gobierno, pero siempre a expensas del capricho de quienes le invistieron y le sostienen en la poltrona.
Vicente Vallés, en su informativo del 23 de mayo de 2024 en Antena 3 lo resumió a la perfección:
Es obvio que Pedro Sánchez consiguió los votos necesarios para su investidura el pasado mes de noviembre, pero no es tan obvio que el presidente disponga de los votos necesarios para tener una legislatura. Sí puede adoptar ese tipo de decisiones llamativas y polarizadoras que sólo dependen de su propia voluntad, como retirar a la embajadora española de Argentina o reconocer al Estado palestino, pero cuando está obligado a pasar por el Parlamento ya no es tan fácil. Es seguro que Pedro Sánchez está en el Gobierno, no es seguro que pueda gobernar de forma estable.
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