¿Por qué las redes odian a Álvaro Morata cuando sus compañeros, entrenadores y familia lo adoran?

Hace algunos años, circuló que un escritor y antiguo futbolista de la selección española (no hay tantos que escriban, que escriban muy bien) estaba trabajando en un libro sobre los suicidas del fútbol. Enke, Arnau, Fashanu... Aquella tarea era conmovedora sólo con nombrarla como proyecto. ¿Cómo resistirse a la imagen del chico triste y guapo, perdido en medio de la fiesta?

Ese texto sobre los futbolistas suicidas todavía no existe o no se ha hecho público y no se sabe si algún día existirá, pero quizá ya esté un poco obsoleto, quizá venga ya de otra época que ha pasado, de un tiempo en el que la melancolía de los jugadores de fútbol era un misterio más o menos novelesco. En 1990, cuando Michel tuvo aquel famoso desahogo del "me lo merezco", cualquier espectador un poco leído debió de preguntarse que qué angustia movía a aquel hombre. En 2024, en un mundo performativo y con superávit de información, todos los futbolistas dicen "me lo merezco" cada vez que ganan algo.