El ejercicio regular no sólo quema calorías, sino que también hace que la grasa sea más sana, según un estudio de la Universidad de Michigan.
La investigación descubrió que el tejido adiposo es diferente estructural y biológicamente en quienes practican ejercicio a largo plazo.
Su grasa contiene más vasos sanguíneos, mitocondrias y proteínas beneficiosas, y presenta menos células inflamatorias y tipos perjudiciales de colágeno.
Estos cambios hacen que la grasa se almacene de forma más eficaz en el tejido subcutáneo, en lugar de acumularse alrededor de los órganos, donde supone un mayor riesgo para la salud.
Esto es crucial, sobre todo a medida que envejecemos y aumentamos de peso.
Almacenar la grasa en el tejido subcutáneo es mucho más saludable que dejar que se acumule alrededor de órganos vitales, pues se reduce el riesgo de padecer enfermedades como el hígado graso no alcohólico.
El estudio llegó incluso a la conclusión de que las células adiposas de los deportistas, cultivadas en el laboratorio, se convertían en un tejido que almacenaba mejor la grasa.
El ejercicio regular modifica el tejido adiposo, permitiendo un almacenamiento de grasa más saludable y reduciendo potencialmente el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad.
Aunque el objetivo siga siendo reducir la grasa total, el ejercicio mejora cómo y dónde se almacena la grasa, lo que lo convierte en una herramienta esencial para la salud a largo plazo.
La investigación descubrió que el tejido adiposo es diferente estructural y biológicamente en quienes practican ejercicio a largo plazo.
Su grasa contiene más vasos sanguíneos, mitocondrias y proteínas beneficiosas, y presenta menos células inflamatorias y tipos perjudiciales de colágeno.
Estos cambios hacen que la grasa se almacene de forma más eficaz en el tejido subcutáneo, en lugar de acumularse alrededor de los órganos, donde supone un mayor riesgo para la salud.
Esto es crucial, sobre todo a medida que envejecemos y aumentamos de peso.
Almacenar la grasa en el tejido subcutáneo es mucho más saludable que dejar que se acumule alrededor de órganos vitales, pues se reduce el riesgo de padecer enfermedades como el hígado graso no alcohólico.
El estudio llegó incluso a la conclusión de que las células adiposas de los deportistas, cultivadas en el laboratorio, se convertían en un tejido que almacenaba mejor la grasa.
El ejercicio regular modifica el tejido adiposo, permitiendo un almacenamiento de grasa más saludable y reduciendo potencialmente el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad.
Aunque el objetivo siga siendo reducir la grasa total, el ejercicio mejora cómo y dónde se almacena la grasa, lo que lo convierte en una herramienta esencial para la salud a largo plazo.
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