Se ha confirmado la muerte de al menos 30 personas y más de 1.000 siguen desaparecidas en Carolina del Norte, tras el devastador paso del huracán Helene por el sureste de Estados Unidos.
El huracán, que tocó tierra en Florida antes de desplazarse hacia el norte, ha dejado un rastro de destrucción catastrófica a su paso, sobre todo en las dos Carolinas.
El condado de Buncombe, donde se encuentra la ciudad montañosa de Asheville, ha sido el más afectado.
Ryan Cole, responsable de emergencias, describió la situación como una "devastación bíblica", y la calificó como la catástrofe natural más importante que ha vivido la región.
Barrios enteros han quedado arrasados, los equipos de emergencia trabajan sin descanso para restablecer el suministro eléctrico y las líneas de comunicación.
Desde que Helene tocó tierra como huracán en el Big Bend de Florida, se ha cobrado la vida de al menos 116 personas en todo Estados Unidos.
Se espera que esa cifra aumente a medida que prosigan las labores de rescate.
En Carolina del Norte, los equipos de rescate están entregando alimentos, agua y otros suministros a las comunidades aisladas por las inundaciones y las carreteras bloqueadas.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, declaró la tormenta un desastre de "proporciones históricas", y se han declarado emergencias federales en seis estados.
La Guardia Nacional de Carolina del Norte ya ha rescatado a más de 119 personas, entre ellas 41 en una sola operación al norte de Asheville.
Helene, que desde entonces se ha debilitado hasta convertirse en tormenta tropical, sigue planteando peligros con fuertes vientos, inundaciones y amenaza de tornados.
En medio del caos, la Cruz Roja Americana ha habilitado más de 140 refugios en los estados afectados, que albergan actualmente a más de 2.000 evacuados.
El presidente Joe Biden ha dado instrucciones a la FEMA para que envíe más equipos a Carolina del Norte.
"La devastación que estamos presenciando tras el paso del huracán Helene es abrumadora", declaró Biden.
La escasez de gasolina y las largas colas se han sumado a la crisis en Carolina del Norte, donde muchas gasolineras permanecen cerradas.
Los supermercados que siguen abiertos se han visto desbordados por los clientes que se apresuran a comprar artículos de primera necesidad, como agua embotellada.
Las estimaciones de los daños causados por la tormenta oscilan entre 95.000 y 110.000 millones de dólares en todo el país, aunque todavía es pronto para conocer el alcance total.
Se espera que la vicepresidenta Kamala Harris visite las regiones afectadas en cuanto sea seguro, mientras que Donald Trump ha anunciado sus planes de visitar Valdosta, Georgia.
Dado que la temporada de huracanes no finalizará hasta el 30 de noviembre, los meteorólogos advierten de que pueden avecinarse más tormentas.
Helene era sólo uno de los varios huracanes previstos para este año: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica pronosticó hasta 25 tormentas con nombre en 2024.
El huracán, que tocó tierra en Florida antes de desplazarse hacia el norte, ha dejado un rastro de destrucción catastrófica a su paso, sobre todo en las dos Carolinas.
El condado de Buncombe, donde se encuentra la ciudad montañosa de Asheville, ha sido el más afectado.
Ryan Cole, responsable de emergencias, describió la situación como una "devastación bíblica", y la calificó como la catástrofe natural más importante que ha vivido la región.
Barrios enteros han quedado arrasados, los equipos de emergencia trabajan sin descanso para restablecer el suministro eléctrico y las líneas de comunicación.
Desde que Helene tocó tierra como huracán en el Big Bend de Florida, se ha cobrado la vida de al menos 116 personas en todo Estados Unidos.
Se espera que esa cifra aumente a medida que prosigan las labores de rescate.
En Carolina del Norte, los equipos de rescate están entregando alimentos, agua y otros suministros a las comunidades aisladas por las inundaciones y las carreteras bloqueadas.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, declaró la tormenta un desastre de "proporciones históricas", y se han declarado emergencias federales en seis estados.
La Guardia Nacional de Carolina del Norte ya ha rescatado a más de 119 personas, entre ellas 41 en una sola operación al norte de Asheville.
Helene, que desde entonces se ha debilitado hasta convertirse en tormenta tropical, sigue planteando peligros con fuertes vientos, inundaciones y amenaza de tornados.
En medio del caos, la Cruz Roja Americana ha habilitado más de 140 refugios en los estados afectados, que albergan actualmente a más de 2.000 evacuados.
El presidente Joe Biden ha dado instrucciones a la FEMA para que envíe más equipos a Carolina del Norte.
"La devastación que estamos presenciando tras el paso del huracán Helene es abrumadora", declaró Biden.
La escasez de gasolina y las largas colas se han sumado a la crisis en Carolina del Norte, donde muchas gasolineras permanecen cerradas.
Los supermercados que siguen abiertos se han visto desbordados por los clientes que se apresuran a comprar artículos de primera necesidad, como agua embotellada.
Las estimaciones de los daños causados por la tormenta oscilan entre 95.000 y 110.000 millones de dólares en todo el país, aunque todavía es pronto para conocer el alcance total.
Se espera que la vicepresidenta Kamala Harris visite las regiones afectadas en cuanto sea seguro, mientras que Donald Trump ha anunciado sus planes de visitar Valdosta, Georgia.
Dado que la temporada de huracanes no finalizará hasta el 30 de noviembre, los meteorólogos advierten de que pueden avecinarse más tormentas.
Helene era sólo uno de los varios huracanes previstos para este año: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica pronosticó hasta 25 tormentas con nombre en 2024.
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