Desde la esquina de la calle Primero de Mayo, justo donde hace una semana había una perfumería que hoy huele a podrido, y hasta el número 12 de la calle Sant Roc de Paiporta hay 51 metros y 20 o 30 montones de basura. Bueno, montones... Gigantescas montañas de basura. Dos montañas equivalen más o menos a una vivienda. Es como si alguien -pongamos la peor gota fría del siglo- le hubiera dado la vuelta al pueblo y lo hubiera rebozado entero en pura mierda. Ahora caminar por la calle Sant Roc es serpentear sobre el fango esquivando cientos de vidas cubiertas de mugre y apestando a lodo. Ahí tienen la vajilla de Elvira, los libros de Paco y su muñeco diabólico, el microondas de Marcela, los cuadros de Amparo y Antonio. Ahí tienen hasta el sofá de la señora alcaldesa.
Justo en los dos montones que dibujan un pasillo tétrico frente a los tres escalones que dan acceso al número 12 de la calle Sant Roc de Paiporta está la thermomix de Isabel y Daniel. Hay cuatro o cinco balones del pequeño Dani y el peluche de león de Júlia, empapado, supervisando la jungla de barro desde todo lo alto. Y están sus cajones y el sillón donde se sentaban a ver la tele, un ordenador de los antiguos, las sandalias de playa, la cafetera, las perchas de un montón de ropa que ahora está para tirar, la mecedora del bebé, los cuentos del abuelo, los tápers y el mantel para no manchar una mesa que nunca ha estado más sucia que ahora.
Justo en los dos montones que dibujan un pasillo tétrico frente a los tres escalones que dan acceso al número 12 de la calle Sant Roc de Paiporta está la thermomix de Isabel y Daniel. Hay cuatro o cinco balones del pequeño Dani y el peluche de león de Júlia, empapado, supervisando la jungla de barro desde todo lo alto. Y están sus cajones y el sillón donde se sentaban a ver la tele, un ordenador de los antiguos, las sandalias de playa, la cafetera, las perchas de un montón de ropa que ahora está para tirar, la mecedora del bebé, los cuentos del abuelo, los tápers y el mantel para no manchar una mesa que nunca ha estado más sucia que ahora.
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00:00Me abre aún más los ojos de lo que ya lo tenía, a la hora de ver los privilegios que tenemos.
00:04Tomarte un café caliente, el tener nevera, el tener agua caliente.
00:11La familia Montoroquevedo vive en el número 12 de la calle San Roc de Paiporta,
00:14justo en el centro de uno de los municipios más afectados por la dana de la semana pasada.
00:18Su calle todavía es un gigantesco vertedero,
00:21puedes ver cómo las montañas de basura delimitan los accesos a cada una de las viviendas.
00:25Daniel, el padre de familia, todavía recuerda cómo la semana pasada
00:28tuvo que salir de madrugada para rescatar los cadáveres de algunos de sus vecinos.
00:32Encontramos al marido y lo sacamos, pero a la mujer la tuvimos que abandonar allí.
00:36No la podíamos sacar.
00:37Pese a la situación tan crítica que es toda esta zona del pueblo,
00:40la familia vive todavía en su casa.
00:42Ahí viven Daniel, Isabel y sus dos hijos, Dani y Julia, de 6 y 2 años.
00:47Cada día desayunan juntos en casa,
00:49después a media mañana llevan a sus hijos hasta la otra punta del pueblo
00:52para que pasen el día con un familiar en una zona más segura
00:54y los padres vuelven a casa para hacer labores de limpieza e intentar recuperar su vivienda.
00:57Yo cuando vi el parque, guau, cuando conseguí hacer la luz,
01:01cuando vi que el termo me iba, que eso significaba que iba a tener agua caliente,
01:05guau, me mandé fotos a todos mis amigos y familiares.
01:07A última hora de la tarde se vuelven a reunir para cenar juntos
01:10y vuelven a casa ya de noche, a oscuras, con linternas,
01:12esquivando los charcos y los restos de basura hasta llegar a su casa,
01:15donde duermen en la planta alta.
01:16Uno así se emita de toda la devastación.
01:18¿Cuál es la principal lección que sacas de esto?
01:21Toda esa gente que dice,
01:22ahora podría hacer esto, pero ya lo haré.
01:25¡Hazlo!
01:25No te lo hagas para mañana porque a lo mejor no hay mañana.