La escena se corresponde con el año 2022.
Concretamente en una sesión plenaria en el Senado.
El presidente del Gobierno comparecía en la Cámara Alta para tranquilizar a los españoles de que la invasión de Ucrania por parte de Rusia no tendría efectos devastadores para nuestro país en lo referente a materia energética.
Eso sí, Pedro Sánchez lo hizo a su estilo, tarifando contra el PP y VOX, llamándoles poco menos que profetas del apocalipsis:
No va a haber ni apagones de electricidad, ni racionamiento de bombonas de butano, ni ninguna de esas escenas apocalípticas que evocan en muchas ocasiones la bancada de la derecha y la ultraderecha junto con los medios de comunicación que jalean esas noticias y esos mensajes.
Visto lo visto, casi tres años después, el jefe del Ejecutivo de La Moncloa vuelve a quedar retratado por su propia hemeroteca.
Y es que el 28 de abril de 2025 España se sumió en un gran apagón y el mandatario del PSOE tardó en comparecer para no decir absolutamente nada.
Lo hizo dos veces sin aceptar preguntas, dejando a la población sin respuestas claras sobre las causas del colapso eléctrico.
Diez horas después del inicio de la crisis, sus intervenciones fueron más un ejercicio de contención que una solución, alimentando la percepción de un Ejecutivo socialcomunista superado por los acontecimientos y más preocupado por salvar su imagen que por resolver el problema.
El caos desatado por el apagón no solo paralizó infraestructuras, comercios e industrias, sino que también apagó cualquier atisbo de confianza en el Gobierno Sánchez.
La ausencia de un plan claro y la demora en ofrecer explicaciones creíbles dejaron a España sumida en una incertidumbre que retrocedió al país a una era analógica.
Mientras los ciudadanos buscaban respuestas, el Ejecutivo parecía desorientado, incapaz de coordinar una respuesta efectiva.
La fragilidad de esta coalición, sostenida por pactos inestables y favores políticos, quedó al descubierto, evidenciando que el Gobierno Frankenstein no solo es incapaz de prevenir el caos, sino que lo amplifica con su inacción.
El colmo de la ineptitud se personificó en el marido de Begoña Gómez, cuya aparición tardía, horas después de lo que cualquier líder razonable habría considerado urgente, no logró apaciguar a una población asustada y pasmada.
Su discurso, parco en detalles y carente de empatía, no aclaró las causas del apagón ni ofreció un rumbo claro para salir de la crisis. Lejos de calmar los ánimos, su intervención profundizó la desconfianza, dejando la sensación de que el Gobierno no solo carece de competencia técnica, sino también de la capacidad para conectar con las necesidades de un país que, en medio del desconcierto, pedía a gritos liderazgo y certezas.
Concretamente en una sesión plenaria en el Senado.
El presidente del Gobierno comparecía en la Cámara Alta para tranquilizar a los españoles de que la invasión de Ucrania por parte de Rusia no tendría efectos devastadores para nuestro país en lo referente a materia energética.
Eso sí, Pedro Sánchez lo hizo a su estilo, tarifando contra el PP y VOX, llamándoles poco menos que profetas del apocalipsis:
No va a haber ni apagones de electricidad, ni racionamiento de bombonas de butano, ni ninguna de esas escenas apocalípticas que evocan en muchas ocasiones la bancada de la derecha y la ultraderecha junto con los medios de comunicación que jalean esas noticias y esos mensajes.
Visto lo visto, casi tres años después, el jefe del Ejecutivo de La Moncloa vuelve a quedar retratado por su propia hemeroteca.
Y es que el 28 de abril de 2025 España se sumió en un gran apagón y el mandatario del PSOE tardó en comparecer para no decir absolutamente nada.
Lo hizo dos veces sin aceptar preguntas, dejando a la población sin respuestas claras sobre las causas del colapso eléctrico.
Diez horas después del inicio de la crisis, sus intervenciones fueron más un ejercicio de contención que una solución, alimentando la percepción de un Ejecutivo socialcomunista superado por los acontecimientos y más preocupado por salvar su imagen que por resolver el problema.
El caos desatado por el apagón no solo paralizó infraestructuras, comercios e industrias, sino que también apagó cualquier atisbo de confianza en el Gobierno Sánchez.
La ausencia de un plan claro y la demora en ofrecer explicaciones creíbles dejaron a España sumida en una incertidumbre que retrocedió al país a una era analógica.
Mientras los ciudadanos buscaban respuestas, el Ejecutivo parecía desorientado, incapaz de coordinar una respuesta efectiva.
La fragilidad de esta coalición, sostenida por pactos inestables y favores políticos, quedó al descubierto, evidenciando que el Gobierno Frankenstein no solo es incapaz de prevenir el caos, sino que lo amplifica con su inacción.
El colmo de la ineptitud se personificó en el marido de Begoña Gómez, cuya aparición tardía, horas después de lo que cualquier líder razonable habría considerado urgente, no logró apaciguar a una población asustada y pasmada.
Su discurso, parco en detalles y carente de empatía, no aclaró las causas del apagón ni ofreció un rumbo claro para salir de la crisis. Lejos de calmar los ánimos, su intervención profundizó la desconfianza, dejando la sensación de que el Gobierno no solo carece de competencia técnica, sino también de la capacidad para conectar con las necesidades de un país que, en medio del desconcierto, pedía a gritos liderazgo y certezas.
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00:00No va a haber ni apagones de electricidad, ni racionamiento de bombonas de butano, ni ninguna de esas escenas apocalípticas que evocan en muchas ocasiones la bancada de la derecha y la ultraderecha junto con los medios de comunicación que jalean esas noticias y esos mensajes.